martes, 11 de noviembre de 2014

Capítulo 9: Pelear con las Alas Rotas

Capítulo 9: Pelear con las Alas Rotas


Kyoto ignoraba olímpicamente a Melodi, y el dolor que ella sentía con su indiferencia, era tan cruel, tan despiadado y tan terrible que cualquiera pensaría que no era humano, y de hecho, ella leyó que una persona que no expresa sus sentimientos no es capaz de ser un humano, sino un demonio, sí, a ella le dolía, a él, bueno, él tenía salud.
-Kyoto-kun- hablaba la chica, llevaba así más de media hora sin respuesta.
-Dime- por fin una maldita respuesta.
-Bueno, yo, olvídalo.
-Dime, estoy escuchándote perfectamente- por fin tenía su atención.
-Te amo- dijo la chica.
-Yo también, siento eso mismo- contestó el chico.
-¿De verdad?- la chica tuvo un brillo en su mirada.
-Al final se descubre la verdad, ¿cierto?- fue la respuesta.
-Cierto, bueno, al final y al cabo, uno no puede volar con las alas de la esperanza rotas- explicó la peliazul.
-Esas mismas marcas en mi espalda lo delatan, me las hizo mi padre- dijo el chico.
-¿Tanto confías en mí que ahora te abres y cuentas tus penas?- dijo la chica.
-Bueno, yo quise volar una vez, pero ahora duele el solo imaginarlo- explicó.
-Te amo- finalizó la chica.
-Ok, mándame los resultados, esa investigación es muy importante- esperen, ¿en qué maldito momento él?...- vale, nos vemos luego, gracias- se quitó el auricular- decías Inverna-san.
-Olvídalo- ok, algo era algo…
Melodi volaba mientras él corría y saltaba por los arboles de la estepa, llegaron a un lugar completamente plano, la estepa en la noche era fría, así que Kyoto aprovecho para ir por leña y encender una fogata mientras Melodi vigilaba el área.
-Puño Brasas- dijo Kyoto mientras golpeaba la leña acomodada para que se avivaran las llamas.
Melodi estaba callada, escuchó más de la cuenta, mientras el Corría y ella volaba, solo lo vio pelear en el aire una vez y, en la secundaria antes del accidente, siempre hablaba de un terrible trauma, no sabía si preguntarle o quedarse en silencio.
-Hace un momento escuchaste más de la cuenta, Inverna-san- Dijo el pelinegro.
-Melodi, dime solo Melodi- explicó la chica.
-Da igual, eso no te quita lo Inverna- dijo el chico sin un ápice de compasión.
-Sí, escuche un poco de tu conversación por móvil- dijo la peliazul.
-Bueno, la verdad siempre sale a flote alguna vez, y te diré esto solo porque quiero que te alejes de mí, y la única forma de lograrlo es hablándote de cosas más grotescas acerca de mí- dijo Kyoto.
-Ya veré si lo hago- dijo la chica.
-Eres terca, bueno, te preguntarás, ¿por qué el amor de tu vida faltaba a clases de natación?- dijo el chico.
Flashback
-Sensei, un compañero no ha llegado- decía una pelinegra* en la piscina de la escuela- ¿no sabe lo que le pasa?
-Sí, de hecho, mandó su justificante, siempre ha estado asistiendo al médico escolar, creo que el agua le hace mucho daño, pero bueno, allá él, si no aprende a nadar no es mi problema- explicó el instructor de natación.
-¿Puedo ir a verlo?- preguntó la chica.
-Claro, después de todo, eres la campeona de nado sincronizado, no habrá problemas por una clase a la que no asistas- dijo el maestro.
La chica se vistió y fue a la enfermería, suponía que su amado estaba con Sara, ya que ella a esas horas tenía hora libre, sin embargo, ella sabía de sobra que se hacía una hora en enfermería por dormir por el efecto de los calmantes.
-Descuida, yo te protegeré- decía una castaña en la sala de enfermeros.
-Estúpidos calmantes- explicó el pelinegro, era él, era…
-Cállate niño, gracias a esas medicinas estamos aquí, solos… - dijo la chica mientras se bajaba el cierre del uniforme deportivo.
-No, aquí no Sara- el pelinegro se tapo los ojos, completamente rojo.
-¿No qué pervertido?, iba a sacar lo que me pediste, la barra de chocolate amargo- dijo Sara sacando un empaque sellado, suponía que era chocolate.
-Gracias, esas barras son muy raras de conseguir, lo único que venden las transnacionales son grasas vegetales- dijo el chico mordiendo el producto de cacao.
Golpe bajo, a Melodi le encantaban los productos de esas trasnacionales, caminó inconscientemente hacia él, quería verlo.
-Melodi, de los 4 ases, ¿Qué haces aquí?- dijo la chica para reír, un chiste ingenioso.
-Vine a ver a mi compañero, faltó a la clase de natación otra vez y me interesó venir a verlo.
-Ah, ¿la conoces, amor?- preguntó Sara al pelinegro.
-No, mi amada princesa- dijo el chico para besar a su novia.
Doble Golpe al Corazón, sabía que no podía decir nada, al final y al cabo, era cierto, no se conocían, más personalmente.
-Soy Melodi, Melodi Ryone, vamos a la misma clase, baka- dijo la chica muy enojada.
-Ah, la chica del taller de Idioma y Cultura Japonesa del colegio, la experta nadadora y gran bailarina- dijo Sara, quien sí la reconoció.
-¿La otaku?, con razón no se me había hecho conocida, dime, ¿cuál fue el último capítulo del manga de Naruto?- preguntó el pelinegro.
-Ustedes solo ven el anime, prefiero evitar los spoilers- dijo indignada la chica, ¿sólo por eso la conocía?
-Nosotros también, pero resulta que no lo vemos tan seguido- dijo Sara volviendo a posar sus labios sobre el pelinegro.
-Besas rico, pero debes evitarte eso, recuerda que no está viendo una niña- explicó el pelinegro.
Triple Golpe al Corazón, salió de ahí, pues otro más no lo resistiría, pero vio algo debajo de las sabanas, en la espalda del pelinegro que tanto amaba.
Fin del Flashback
-Son cicatrices- dijo el pelinegro- salieron cuando…
-Cállate, Baka- dijo la chica lanzándose hacia él, de forma muy violenta, estaba sentada sobre él, con las piernas alrededor del cuerpo del pelinegro, quien estaba ligera e imperceptiblemente sorprendido, ligeramente tenso –Te demostraré que soy una mujer, y que tú serás mi hombre- y lo besó.
Duró 1 minuto el beso, pues…
-Atributo Oscuridad: Sombra Control- arrojó a la chica a 3 metros de él- no sé qué tramas, pero no es gracioso, y eso de demostrarme que eres ahora una mujer, primero que nada deja de hablar como si conocieras el idioma…
-Baka damare, watashi wa hontōni anata o aishi te
-Que me calle, tú estás verdaderamente enamorada de mí, pero lamentablemente yo no siento lo mismo, no por ti, idiota, escúchame Inverna-san…
-Te daré otro beso, y dependiendo de tu reacción…
-Responderé por lástima, ahora, en cuanto a lo que viste ese día, son cicatrices, ya estarás feliz…
La chica no hizo caso a eso último, simplemente no pudo resistir el movimiento de esos labios que ella tanto ansiaba probar, Kyoto tenía algo maligno en mente, correspondió el beso de forma que a ella le gustara, quien ni tarda ni perezosa quitaba la larga y negra gabardina del pelinegro, dejando su polera y su pantalón negro, desajustó la camisa y empezó a frotar con sus manos la espalda del pelinegro, quien respondía a los besos tratando de provocar a la peliazul, quien al llegar a la parte alta de la espalda se detuvo.
-¿Pero qué carajos es?- dijo la chica acariciando una  y otra vez esa misma zona, imperfecta, 2 enormes líneas gruesas y largas además de irregulares se extendían por donde los omóplatos de Kyoto estaban alojados, el pelinegro sonrió satisfecho- Kyaaaaaa- gritó con repugnancia la peliazul.
-¿Qué?, ¿acaso no anhelabas tocarme?- la primera sonrisa se asomaba al ver esa reacción.
-¿Qué carajos hiciste?, ¿Qué te pusiste?, Sí, fuiste tú- aseguró la peliazul.
-Fue padre, él las puso ahí- se quitó la polera dejando a la vista su espalda, en ella 2 enormes cicatrices hundidas aparecieron en la piel del chico.
-¿El padre que yo conozco?- preguntó aterrada Melodi, el que ella conocía como padre de Kyoto se veía muy bueno para cometer ese acto de crueldad.
-No me conoces bien, fue el que tuve desde que tengo memoria hasta la primaria, estúpida- dijo el chico volviendo a su seriedad.
-¿A qué edad?- preguntó furica Melodi.
-eso no importa- contestó Kyoto.
-Oh, claro que sí importa, se trata de ti, contéstame- exigió la chica.
-Siete Años, ¿ya estás feliz?- contestó restándole importancia.
En efecto, muy chico para soportar tal carnicería cometida en su contra, tal vez había hecho algo que no agradaba a su padre, pero nada lo justificaba, maltrato infantil e intento de homicidio, sí, prepararía una orden de aprehensión.
-Según Erik Erikson, las personas aprendemos a odiar o a amar a los 5 años, además, yo me lo busqué.
Un niño de 7 años que ya sabía odiar, ¿qué seguía?, ¿un padre enfermo, neurótico, lunático y con diversas frustraciones.
-Asesiné a mi “hermanito”- ahora sí lo había visto todo, un chico loco, paranoico, sádico, traumatizado y asesino, y ella estaba enamorada de ese mismo chico- era 3 años mayor que yo, y yo siempre era el objetivo de sus bromas infantiles y muy pesadas, y mi padre siempre nos comparaba.
-¿Lo odiabas?- preguntó casi afirmando.
-¿a quién?, ¿a padre por hacerlo?, ¿A mi Hermanito?, ¿a madre por no defenderme?, no para nada, los amaba mucho- sarcasmo en toda la extensión de la palabra- hice solo lo que tenía que hacer hace mucho tiempo, destrozar su amada familia unida.
-No creo que un niño de 7 años pueda desintegrar una familia.
-Pero un niño de 7 años obligado a madurar sí puede hacerlo, fue genial, los bramidos del cerdo obeso de mi hermano, las constantes súplicas desgarradoras por parte de mamá, llega ese maldito sujeto, padre, diciéndome hijo del demonio, yo le dije que era un ángel caído, que si me mataba, me haría un favor, pues recuperaría mis alas y volaría, lejos de él…
-¿Y luego?- preguntó la chica temiendo lo peor
-Técnica Ilusoria: Sueño viviente de Recuerdos- dijo el chico mirando a Melodi.
La peliazul estaba en una fundidora, en ese lugar vio a un adulto dirigirse a una caldera con 2 varillas, las cuales sacó con guantes de protección térmica, estaban al rojo vivo, después de eso se acercó a un niño pequeño amarrado a una de las columnas, desnudo de la cintura hacia arriba.
-¿Kyoto-kun?- preguntó la peliazul.
-no te escuchará, estamos en un recuerdo, si fuese un viaje espaciotemporarl no verías lo que vez y tratarías de salvarme- dijo el pelinegro secamente.
El hombre se acercó al pequeño y tentó su espaldita.
-Aquí están- y dicho esto pegó las varillas en la piel del pequeño, provocando que gritara amargamente.
-Detente, para- gritaba desesperada Melodi
-¿Qué parte del no te escucharán no entiendes?
-Sácame de aquí- rogó la peliazul.
El chico aún sufría mientras que Melodi tapaba sus ojos y sus oídos, ver sufrir al amor de su vida le estaba pasando la cuenta.
Sin embargo, lo peor estaba por venir.
-Tus alas ya son mías, y no podrás hacer nada por recuperarlas, solo muriendo podrás tenerlas de vuelta- dijo socarronamente el adulto.
El rostro del pequeño se mostraba indiferente, pero una pequeña comisura se formó en sus labios, volteó a ver a su padre y le lanzó una mirada asesina, en esa mirada había algo que Melodi no conocía.
-¿qué clase de ojo es…?
-Ni idea, solo sé que tengo el Catalyst desde que fui revivido, en cuanto a ese ojo, ni la más mínima idea, solo recuerdo un ardor terrible en ambos globos oculares.
Al mirar a su padre, el pequeño lo miraba sádicamente.
-Devuélvame mis alas- gritó el niño.
-No te pongas exigente mocoso.
-Devuélvame mis alas- gritaba más alto el niño.
-Mátame si quieres que te las devuelva.
-Si eso es lo que desea
Y el cuerpo del adulto empezó a arder en la fundidora, parecía una combustión interna, pero el pequeño Kyoto no dejaba de verlo.
Salieron de la ilusión.
Caminaron en silencio el resto del trayecto, un muy incómodo silencio.
-No quiero tu compasión, no me busques, no me hables, puedes irte tú y tus sentimientos directo al carajo.

Capítulo 115: Dos semanas para la guerra.

Capítulo 115: Dos semanas para la guerra. -¿Habrá llegado ya el mensajero?- preguntó Kyoto mientras realizaba algunas abdominales. -Esto...