Tras dos días de viaje, en el que pasaron por
las Enormes Cavernas Myth y la Gran Muralla Limítrofe de Mythland y Silkland,
por fin llegaron a sobrevolar la por la ciudad más grande de todas en el reino:
La Ciudad de Carrolla.
-Busquen el aeropuerto de Slikland, tenemos que
aterrizar y apresurar esto.
-¿Eso significa que no pasaremos por ropa?-
Preguntó Stella con la cabeza agachada
-Con mayor razón debemos apresurar los
trámites- masculló el azabache.
-Bien, entonces el aeropuerto esta justo bajo
nosotros.
-Aterricemos con prisa- gritó el azabache.
-Kazuha-chan busca a su padre- Gritó Melodi con
nervios.
-Aterrizamos pronto Melodi, después me haré
cargo de Kazuha-chan- dijo el azabache con el timón en ambas manos- Maldito
viejo tuvo que hacer este armatoste más difícil de aterrizar.
Al ir descendiendo lentamente, cayeron justo
sobre uno de los puertos en tierra, el más grande al parecer.
Al bajar del armatoste, fueron interceptados
por la seguridad del Aeropuerto de Silkland, quienes se presentaron de forma
estricta.
-Seguridad de Silkland, identifíquense por
favor.
-Kyoto Katekyo, príncipe de Belladona,
necesitamos hablar con su rey de manera urgente- dijo el azabache.
-Y yo soy la princesa de Cydonia- dijo una de las
oficiales con burla- Lo siento jovencito, pero acá no tienen autoridad para…
-¡¡¡ESCÚCHEME BIEN!!!- Gritó el azabache
enfadado- ¡¡¡TENEMOS UN APROXIMADO DE 50 PERSONAS A BORDO CON LESIONES Y
HERIDAS A CAUSA DE UNA MASACRE EN MYTHLAND, Y SI LLEGA A PASARLES ALGO,
MYTHLAND JUNTO CON HEFESTOS Y BELLADONA ARRASARÁN CON ESTE PAÍS!!!
-¿Tiene heridos en el avión?- preguntó la
oficial sacando un dispositivo de comunicación.
-Ayúdelos, por favor- dijo el azabache con voz
suplicante.
La oficial llamó al hospital cerca del
aeropuerto, mientras los chicos veían al cabizbajo azabache…
Que sonreía como un niño travieso.
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La reunión en la embajada fue rápida, tanto así
que entraron y Kazuo confirmó que, en efecto, se trataba de su hijo.
Y así recibieron el permiso de transitar por
las calles de Carrolla, al mismo tiempo, para pasar a ver al Rey de Silkland.
-No sentías nada por esas personas- dijo
Zentraedi.
-Sí, sí lo siento aún- contestó el azabache- No
los iba a dejar morir, ellos eran la prioridad.
-Entonces tu sonrisa era porque…
-Porque me di cuenta que puedo hacer lo que
quiera en este lugar- comentó el azabache- ¿Acaso no lo ves?, nadie se ha
negado a hacer algo que yo pidiese.
-Te ves como esa clase de personas que abusará
de su poder- Comentó Riot.
-Claro que no, no lo haría- contestó el
azabache furibundo.
-Confiamos en ti Kyoto, sé que lo haces por el
bien de este mundo, espero que puedas hacer lo mismo en el lugar a donde pertenecemos-
comentó Zentraedi.
-¿De qué hablas Lobo?- preguntó Kyoto.
-Sé tus intenciones, planeas quedarte, ¿verdad?
Los demás chicos voltearon a ver al azabache
con una mirada penetrante, en especial Melodi, quien sabía lo que él planeaba.
-Y si es así, ¿a ti qué demonios te llega a
importar?- Preguntó el azabache.
-A nosotros nada- contestó el albino enfadado-
O bueno, al menos no a todos nosotros.
Melodi aceleró el paso con prisa, quedando
justo frente al azabache, mirándolo iracunda.
-Ya te lo había explicado antes, Melodi, pero
no me importaría decirles a los demás.
-Dijo que se quedaría para ser un símbolo de
paz en este mundo- dijo la chica con la cabeza baja.
-Este mundo necesita protección y…- alcanzó a
decir el azabache
-¡¡¡TU MUNDO NECESITA PROTECCIÓN!!!- gritó Riot
enfurecido y tomando al azabache por el cuello- ¡¡¡POSIBLEMENTE TÚ NO LOS
NECESITES E INCLUSIVE, SEAN INFERIORES!!! ¡¡¡PERO SON TUS COMPAÑEROS DEL
MUNDO!!!
-Un mundo que nos teme, nos odia, y si fuera
posible, nos arrastraría a la perdición, Riot- dijo el azabache para soltar un
suspiro de hartazgo- Volveré con ustedes, eso está claro, pero si de algo estoy
seguro es que ese mismo mundo que tratamos de proteger, nos va a apuñalar por
la espalda.
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Caminando por las calles rumbo al Palacio Real,
Stella y Natsuki miraban maravilladas las casas de ropa que estaban en las
calles.
-Y pensar que, acabando el tratado de paz, por
fin podremos comprar ropa- dijo Natsuki emocionada.
-Claro que sí, ropa, zapatos y joyas, estoy
emocionada- dijo Stella con un brillo en los ojos.
-También podremos vestir a Melodi Inverna- dijo
Zentraedi burlón.
-¿Y Kazuha-chan?- preguntó la chica con calma.
-También será beneficiada.
Las calles estaban tapizadas con losetas de
piedra, así como los edificios que estaban siendo construidos con Piedra
Volcánica.
Por fuera tenían unas
carrosas con distintas telas, las que más abundaban eran Lana, Lino y Seda.
Por otra parte.
-Siento yo que no es
normal ver tanta lana y seda en un solo lugar donde la producción de telas es
masiva- dijo Riot viendo su entorno.
-Algodón, Lino, telas
finas de gran prestigio- Prosiguió Kyoto, y eso sólo en las calles más
recurridas de la ciudad.
-Así es- dijo una voz
gruesa con calma- Las telas de más alta calidad las reservamos para el palacio
real y la elite.
-¿Quién habla?-
preguntó Kyoto.
-Sabretooth Gabanna-
dijo la voz gruesa tras ellos.
-Y usted es…
-El honorable rey de
Silkland.
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-Oh, entiendo- dijo el
Rey dentro del palacio.
-¿Entonces qué me
dice?- preguntó el joven azabache.
-Que no- contestó el
rey escuetamente.
La sala pareció
congelarse mientras Kyoto sólo fruncía el ceño con intensidad.
-Escuche su excelencia-
dijo el azabache con molesta- aparentemente no entiende lo que expliqué hace
dos horas y…
-Por supuesto que
entendí, y dije que no, no por una simple y sencilla razón, incluso si entro en
guerra contra Ur, uno de los reinos menores, mi país sería devastado porque no
tenemos un poder militar tan amplio como Cydonia, Mythland o la misma Belladona,
sólo nos encargamos de proveer de ropa, armaduras y outfits de moda, nunca
peleamos, de hecho, tenemos barreras naturales como las Cordilleras Myth, las
Cuevas Marinas, la enorme presión del mar de la Serenidad, Gruunland, la enorme
presión y los remolinos y trombas del Gran Oceano, entonces, no requerimos
tener un ejercito que nos protegiese.
-Maldición, esto es más
grande que una amenaza, estamos hablando de…
-Kyoto-kun, ya basta,
no puedes obligar a nadie a formar parte de la Alianza.
-No, de la alianza
estoy más que de acuerdo, desde el desarrollo explosivo que tuvo Belladona
siempre busqué una alianza, pero mis habitantes no tuvieron necesidad de pelear
por sus vidas, entonces, siendo francos, Silkland sería completamente inútil en
lo que buscas muchacho.
Kyoto se quedó a
pensar, mientras sus amigos le veían con calma, sabían que algo tramaba el
joven por lo que decidieron esperar su resolución final.
-Me gustaría hablar con
su majestad en privado- dijo el azabache mientras veía a sus compañeros-
Chicos, ustedes vayan adelante y obtengan lo que tengan que comprar, tanto en
ropas como armaduras.
Dicho esto, les arrojó
un pergamino a cada chico.
-¿Esto para qué es
Kyoto?- preguntó Riot.
-Son sellos de
almacenamiento, pueden cargar toda la ropa que deseen y…
-Y será gratuita en
cuanto el chico acepte formar la alianza pacífica entre Belladona y Silkland
además de escuchar mis condiciones.
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Al salir los chicos del
palacio, el Rey fue con Kyoto a la sala real, donde la mesa estaba ocupada por
una chica de entre 13 y 15 años.
-Muy bien Majestad-
Empezó el chico- Escucho sus condiciones.
-Muy bien, esta alianza
nos beneficia a ambos ya que, como expliqué anteriormente, mis habitantes no
tienen preparación militar, y tienes razón, me gustaría que ellos recibieran
disciplina militar por parte de los demás reinos, además de que, durante la
guerra, podría proveer de alimento y víveres, además de ropa y armaduras,
tenemos una alianza con Hefestos para el intercambio de materiales, ellos crían
algunos de los animales con la lana más fina, y nuestro país es rico en
Minerales, necesitaríamos fortalecer nuestras rutas comerciales, pues ni
siquiera podríamos salir de aquí- dijo el rey.
-Ya veo, entonces usted también busca
fortalecer a sus hombres.
-Sí, mi “escolta real”
sólo son hombres grandes, pero no saben pelear, los animales han sido domesticados
por lo que la necesidad de cazar se ha visto mermada por actividades menos
violentas.
-Tengo enterado su
majestad, que para ello necesitaríamos hablar de frente con los demás reinos,
sólo nos falta Cydonia.
-Debiste hablar con
ellos antes de los demás reinos.
-De hacerlo su
majestad, Cydonia no nos hubiera tomado en serio.
-Entonces que hay de
los otros Grandes Reinos.
-Sólo falta usted, y
Cydonia volteará a vernos.
-Debo decir que el
Principe de Cydonia es alguien muy difícil de convencer, tiene fuerza pero,
sobre todo, inteligencia.
-Precisamente por ello
quiero ampliar la alianza, no es sólo Belladona su majestad, es para mantener
al gran continente unido contra cualquier amenaza que se interponga ante
nosotros.
-¿Qué podría
amenazarnos?
-Citizen.
Lo que era la charla
más animada terminó volviéndose lúgubre, mientras el rey tomaba un martillo.
-¿Recuerdas lo que dije
sobre una guerra entre mi país cualquier reino menor?
-Sí, Lo sé su majestad,
así como sé que tan peligrosa es un arma de ese calibre en sus manos- contestó
el chico retrocediendo.
-¿Entonces por qué
demonios?
-Porque Leí un libro…
-Los libros no son la
realidad, niño, despierta…
-Escuche, su majestad,
Citizen es un reino grande pero separado por dos barreras naturales que dividen
a ambas poblaciones, Citizen del Este y Citizen del Oeste, a pesar de los
conflictos entre ambos países, su relación es meramente comercial, ya que el
Oeste es puramente industrial, mientras que el Este es dependiente de
actividades de agricultura y ganadería, pero los tienen atados de manos.
-¿Qué estás dando a
entender muchacho?
-En el libro que leí,
es necesario ocupar terreno antes que el enemigo lo haga, algunos reinos
mayores han enviado, a discreción, espías y escuadras al terreno del Este en
busca de una alianza con la zona agricultora.
-Y en caso de obtener
una alianza, nosotros obtenemos algo, pero ellos qué van a ganar….
-Libertad Económica,
Política y Comercial, Nosotros podemos darles lo que ellos quieren porque el
Este es más estable, el problema es el Oeste que busca expandirse a como dé
lugar.
-Ya veo, estás dos
pasos adelante.
-Trato de ir más, su
majestad, entonces… ¿qué me dice?- preguntó el joven azabache con la mirada
fija.
-Pues, permíteme
revisar.
El hombre dejó su
martillo para dirigirse a la cava que tenía en ese preciso lugar.
-Pues, celebremos esta
gran alianza, muchacho, porque ambos tenemos mucho que celebrar, y lo que se
lleven tus amigos correrá por cuenta de Silkland.
-Disculpe su majestad,
tengo, un terrible trauma con el alcohol- contestó el azabache con temor.
-Descuida muchacho,
solo alguien muy especial, de gran pureza y sentido del honor caería borracho
con una sola copa de esta bebida…
-Exacto, aún me
conservo puro y no le fallaré su majestad- dijo el azabache más asustado aún.
-¡¡¡BEBERÁS CONMIGO O
ESTE PACTO NO SE CIERRA MUCHACHO, TÚ ELIJE!!!- Gritó el rey con furia mientras
apretaba su copa.
-Cla… claro su
majestad.
Y se tomó la copa de
golpe, esperando lo peor.