Capítulo 15: Sara…
Todo estaba oscuro, sus ojos estaban
en la penumbra absoluta, se sentía apretado, pero suave de ambos lados, solo se
acomodó mejor, entre un muro y otro, amoldable. Decidió esponjar ambos lados de
la recamara donde dormitaba, así que a tientas acomodó el lado que le quedaba
de frente, y luego decidió acomodar la parte de atrás.
-Mmm- gimió una voz.
-¿Qué?- los ojos de Kyoto se llenaron
de sorpresa.
-Ah, detente…
-¿Pero qué carajos?
Y apretó, algo que no debía apretar.
-Ya detente, que si no me haces nada
más no me detendré y continuaré- dijo la voz femenina.
-Aaahhhh.
El estridente grito ensordeció a los
tripulantes.
-Ya se dio cuenta- dijo Zentraedi.
-¿Qué apostamos?- preguntó Rode.
-Pues no lo sé- dijo Ride.
-Apostemos a nuestros propios sexos-
dijo Mindy.
-Entendido, si apostamos a las
personas que son de nuestro mismo sexo defenderíamos el honor de las mujeres-
agregó Windy
-O el orgullo del sexo masculino- dijo
Rode.
-Muy bien, como mujeres apostamos que
Kyoto sale con su virilidad a tope y ella casi como si nada- dijeron las
mellizas dejando un fajo de billetes.
-Ok, entonces nosotros como hombres
apostamos que Kyoto sale molesto, y que Melodi sale sonrojada, excitada y para
darle el toque mágico, tartamudeando- dijeron Zentraedi y los gemelos dejando
un fajo de billetes más grande.
-Perfecto, Hermana, esto será el primer
dinero que ganemos como Xtars, que emoción- dijo Mindy.
-Cierto hermana, ahora abramos la
puerta.
-Esperen, dejen ver, pondré el piloto
automático- dijeron los gemelos.
Al activar el sistema de vuelo, los
chicos fueron a ver qué pasaba con los tortolos y ver además quién había ganado
la apuesta.
-¿Quién fue?- preguntó una voz desde
la recámara.
-3…2…1… abierto.
Dicho esto, Kyoto se lanzó hacia los
tres hombres con una mirada de absoluto enojo, mientras Melodi seguía adentro
de la recámara.
-Sal Melodi, por favor- dijo Zentraedi
a modo de súplica.
-N…no quie…quiero… m…mejo… mejor
ma…ma…mañana- dijo la chica completamente nerviosa.
-Ok, entonces abriré.
Y al abrir la puerta, ahí estaba,
sonrojada, tartamudeando y con incomodidad, le daba mucha vergüenza verse así,
como estaba.
-Amo el aroma a dinero fresco en la
mañana- dijo Ride pasando los billetes de las gemelas en su nariz.
-Huele a- aspira profundo- victoria-
dijo Rode.
-Más bien me parece que huele a…
Un terrible coscorrón retumbó en el
cráneo del peliblanco.
-C…cá….cállate- dijo Melodi aún
sonrojada pero molesta.
Al terminar la impresión matutina, los
chicos desactivaron el sistema de piloto automático y fijaron rumbo al
Aeropuerto Internacional de Toluca, Melodi jugaba con sus dedos (y no le gusta
que la comparen con Hinata Hyuuga), Windy y Mindy la acompañaban mientras que
Zentraedi comía un poco de sushi que estaba en el refrigerador.
-Agradezcan al Chef de este suculento
manjar- dijo Zentraedi.
-Oh, claro, está en la recámara de
sanación durmiendo- dijo Rode sin abandonar su puesto.
-Ya debe estar más que sano, a menos
que quiera recordar lo de la mañana- dijo el peliblanco provocando que Melodi
se sonrojara y se hundiera en el asiento.
-Sus heridas aún no sanan, pues se
agotó demasiado, lo de Melodi solo fue pasajero, pues él logró sanarla antes de
que las cosas estuvieran más graves- agregó Ride.
Y así se fueron otras horas de viaje,
hasta que…
-Chicos, despierten a Kyoto, llegamos
a Toluca- dijo Rode aterrizando el avión.
-Díganle que a más tardar a las 8 de
la noche lo queremos aquí, para irnos de aquí a la isla Hashima… la isla
carbonera deshabitada, allá daremos explicaciones de qué haremos ahí.
Y los gemelos empezaron con la
maniobra de aterrizaje, sin decir más ni hablar más, desde que se descubrió que
eran Xtars, no quisieron dar más explicaciones hasta que los ocho miembros
estuvieran reunidos, es decir, faltaba alguien más para completar el equipo y
solo hasta que estuvieran los ocho, hablarían.
Al aterrizar el avión en una pista
exclusiva para el avión comercial de Xtars, los gemelos y las mellizas bajaron
del avión a tratar asuntos acerca de la guerra de clanes de hace trescientos
cincuenta años, las mellizas aceptaron de mala manera, pues quisieran o no,
involucraba también al pelinegro.
Kyoto despertó de su letargo en un
hotel de la ciudad, al ver las grandes edificaciones de la ciudad decidió darse
una vuelta, y también buscar a la mujer que él tanto añoraba ver.
-He vuelto, Sara- dijo Kyoto al aire
mientras se estiraba- He vuelto por ti.
¿Estaba Sonriendo?
Melodi salió del avión de la
corporación aún algo sonrojada por los hechos de la mañana, pero al ver la
sonrisa que Kyoto emanaba, supo que algo iría mal ese día.
-“Cierto, Vino por ella”- pensó.
¿Cuánto le encantaría que esa sonrisa
fuera para ella?, ¿qué cosas no hubiese hecho para estar con el amor de su
vida?, ¿Por qué a Kyoto le costaba tan poco demostrar sus emociones y
sentimientos?, Melodi pensaba que él estaba enamorado de ella, y que tendrían
una vida juntos, una familia, mucho antes de iniciar el proyecto XTAR ya tenía
una idea, un futuro con él, y al ser parte del mismo proyecto incrementaba las
posibilidades.
Pero todo se fue al carajo en su
última misión frente a Cherno Alpha, era un momento en que todo se derrumbó, al
Kyoto decir que iría a México por Sara, porque nunca habían terminado, tal y
como Zentraedi y Natsuki, que a pesar de la distancia, él seguía pensando en
ella, eran novios, eran parte del mismo proyecto, nada les impedía seguir su
relación, así que solo se quedó cabizbaja, esperando la puñalada final.
No sin antes dejar una nota…
Kyoto entró nuevamente al avión, una
vez desalojado completamente, como miembros de la corporación tenían una
especie de Baúl, en el cuál guardaban cosas muy preciadas, él iba a buscar
aquello que ella le había dado, un anillo de platino precioso.
-Ok, aquí está, mi preciada guitarra,
creo que también la llevaré…- Siguió buscando, y buscando y buscando- Aquí
está- se mostraba sonriente- Hump, Creo que aquí hay algo más…- sacó un papel
del baúl- Inverna, bueno, supongo que nada me quita leerla.
Abrió el papel, mientras una letra
preciosa hacía acto de presencia, tonalidades azules que enmarcaban cada letra,
escrita con el más puro amor…
“Amor
Mío,
Bueno,
no sé por dónde empezar, es complicado para mí verte a los ojos, sabiendo que
por culpa mía has sufrido lo indecible, lo sé, creo que tú y yo deberíamos
darnos una oportunidad, ahora que soy una persona totalmente dispuesta a
enmendar mis errores, a compartir mi vida contigo, ser la persona que te
arranque suspiros, lágrimas de alegría, devolverte la felicidad que te he
arrebatado, porque sí, soy egoísta, una mala persona, y todo lo que tú quieras
ser, hoy quiero darte las gracias, por llenar mi vida de alegría, de amor, de
ternura, de cosas inimaginables que son una sensación tan hermosa e
indescriptible, que tanto tú como yo sabemos, existe aún dentro de ti, con
pureza y abundancia, rodeando de amor tu vida, siendo yo la persona que está
siempre a tu lado, protegiéndome y protegiéndote, porque he de admitir que soy
la persona más feliz desde que probé el sabor de tus labios, cada roce que
teníamos, tus caricias que me mostraron lo que significa sentir placer, lo que
es el amor, y que quiero entregarte todo mi amor, todo mi corazón, todas mis
esperanzas las deposito en ti, anhelando que cada día, cada hora, cada minuto y
cada segundo, estés junto a mí, tomando mi mano, caminando juntos, que cada
paso que demos lo demos juntos, que cada decisión que tomes sepas que
definitivamente la apoyaré, así como espero tú apoyes mis decisiones, porque te
amo, no hay explicación más bella que esa, decir que te amo, que eres todo para
mí.
Bueno,
me voy no sin antes decirte, que mi esperanza morirá al último, que quiero irme
sabiendo que eres feliz a mi lado…
Te
ama… Melodi Inverna”
Sonrió aún más, pero no con una
sonrisa de alegría, sino con una sonrisa de maldad, para recuperar la
compostura.
-Gracias Inverna, de verdad gracias
por estas palabras tan bellas, y yo pensando en irme completamente vacío a casa
de Sara, pero tú, Melodi, tú poesía, tu narrativa, eres una excelente
escritora- dijo Kyoto tomando una pluma- solo unos pequeños reajustes a este
pequeño y delicado texto.
Y cambió en una tarde lo que a Melodi
le había costado escribirle.
¡¡¡SI ESO HUBIERA SIDO ALGUNA RED
SOCIAL!!! ¡¡¡¡¡NI SIQUIERA EL OK LE HABÍA MANDADO!!!!!
Y bueno, no se iba tan vacío…
Zentraedi se relajaba en un local de
la plaza comercial que estaba ubicada en la misma calle que la salida del
aeropuerto, llamado Plaza Sendero, estaba en un puesto llamado La Dolce Vita,
local donde servían postres y bebidas italianas.
-Disculpe, voy a pedir una Soda
Italiana y una Lasagnha, por favor- dijo Zentraedi con alegría.
-Claro joven, en un momento le
atiendo- dijo una mujer que lo conocía.
¿Y cómo no?, si de los cuatro, él era
el más romántico de todos, llevando cada 3 días a comer ahí.
-Hermano- llamó Kyoto desde el otro
lado de su mesa.
-Amigo- tremendo susto le había pegado-
¿qué necesitas?
Inesperadamente Kyoto apareció de la
nada enfrente del peliblanco, tenía una sonrisa radiante en el rostro.
-Oye, necesito tu ayuda, veras, hoy
iré por Sara, así que pensaba en que tú tenías unas letras románticas que
entregar, ya sabes, de tu repertorio
-¿Y por qué habría de prestarte mi
ayuda?- preguntó el peliblanco- Suficiente deberías de tener con hacerle daño a
Melodi.
Zentraedi estaba al tanto de lo que
Melodi sentía por Kyoto, y ella había sido un apoyo en la relación que sostenía
con Natsuki, así que le debía un favor a la chica de hebras zafiro.
-Hump, bueno, creí que tendría tu
apoyo como amigo, pero veo que estás más a favor de Inverna que de la persona
que tú mismo llamas amigo- dijo Kyoto retirándose del lugar.
-Óyeme bien, si Melodi llega a sufrir
con esta situación, voy a destrozarte como un desgraciado animal, así que
piensa lo que haces- dijo el peliblanco con furia.
-Sí, lo que digas, bueno, debo ir por
Sara, lo que tenga Inverna no es de mi incumbencia.
Y se marchó del lugar.
Corría entre autos, espacios
estrechos, personas, bueno, a estas últimas les pasaba encima, sin ningún
reparo.
-Fíjate por donde caminas maldito
idiota- gritó un hombre en el suelo.
-Usted debería estar más al pendiente-
gritó para seguir su carrera.
Llegó, una casa de dos pisos, color
crema, muy bonita, Kyoto se aventuró a tocar el timbre.
Una mujer de tez blanca, ojos avellana
y cabello castaño salió a recibir al chico que había tocado la puerta, cabe
destacar que por la forma en la que vestía, no fue fácil reconocerlo a simple
vista, ¡¡¡Y ERA DEMASIADO TEMPRANO COMO PARA MOLESTAR A LA GENTE!!!
-Hola señora Reyes- saludó cortésmente
el chico.
-Disculpa pero… ¿Te conozco de algo
Jovencito?- dijo la mujer con mirada de sospecha.
-Sí señora, claro que nos conocemos,
¿de casualidad se encuentra Sara?, vine por ella- dijo el chico nuevamente…
-Claro, pero primero dimes quien eres…
-Primero llame a su hija, ella me
reconocerá…
-Estás loco muchacho, sabes qué, mejor
vete antes de que llame a la policía…
Y le cerró la puerta en la cara… Kyoto
estaba sonriendo, sabía que era mala idea hacer eso, pero fue divertido ver la
cara de interrogación de la madre de su amada Sara…. Así que fue a tomar la
medida más drástica que tenía…
Subió por la enredadera, directo al
balcón que bien sabía, comunicaba con el cuarto de Sara, se puso de pie en la
superficie y sacó su amada Guitarra…
No, ya no me llores
No me vayas a hacer llorar a mí
Dame, Dame tu mano
Inténtalo mi vida, quiero verte reír
Abrázame fuerte
Ven corriendo a mí
Te quiero Te quiero Te quiero
Y no hago otra cosa
Que pensar en ti
Tomó un poco de aire, después del gran
esfuerzo que hizo porque le saliera ese agudo.
Tú, estás dormida
Y yo te abrazo y siento
Que respiras
Sueño, con tu sonrisa
Te beso, muy despacio en tus mejillas
Necesito verte
Donde quiera que estés
Te quiero Te quiero Te quiero
Y no hago otra cosa
Que pensar en ti
Solo vivo y respiro
Para ti
Siguió tocando la guitarra mientras
volvía a tomar aliento.
Te quiero, Te quiero
Tomó un poco de aire
Te quiero, Te quiero, Te quiero
Dejó fluir sus dedos por las cuerdas
de la guitarra, como si fuese algo tan natural para él como respirar, a la vez
que Sara ya abría la cortina de su ventana, pues estaba molesta y salió
decidida a acabar con la persona que perturbaba su sagrado sueño
Abrázame fuerte
Ven corriendo a mí
Déjame que te diga otra vez que te
quiero
Te quiero, Te quiero
Te quiero
Te quiero
Te quiero
Te quiero
Se acercó a la ventana, tras la cual
se asomaba su amada, para abrirla un poco, acercarse a sus labios, y susurrarle
-Te quiero- a la vez que terminaba de
tocar la canción- Hola Sara.
Ella estaba pálida de terror absoluto,
¿¡CÓMO CARAJOS ES QUE SU AMADO NOVIO QUIEN SE SACRIFICARA POR ELLA ESTABA EN
FRENTE DE SU SER, CANTANDO AQUELLA CANCIÓN CON LA QUE LE HABÍA DECLARADO SU
AMOR?!
-Veo que estás sorprendida, ¿te
pellizco para que sepas que es real todo esto?- preguntó juguetón Kyoto.
Ella trataba de articular palabra,
cosa que no pudo por los mismos nervios y el terror, pues tal vez se trataba de
un fantasma.
Pero Kyoto sintió una punzada en el
pecho, cuando la chica de la que seguía enamorado… por fin pudo hablar.
-Sabes que me dolerá amor mío, pero,
sabes, yo también te amo- dijo la chica con naturalidad.
A Kyoto le dolía el no haber estado
con ella cuando volvió a recuperar el habla, sabía que él tenía culpa de todo
lo que pasó, pero quería estar con ella.
-¿Estás bien?, te noto agotado y…
Kyoto no la dejó terminar y se colocó
en su hombro, derramando pocas lágrimas, pues debería estar feliz porque su
amada por fin había logrado recuperar el habla.
-Oh, chico- decía la madre de Sara-
Perdóname, no pude reconocerte, Sara, recíbelo, es tu novio.
-Sí mamá- y Sara pasó al chico a la
casa.
Y entró, para platicar de todo, de sus
aventuras, de su nueva identidad, pero del mismo amor que sentía por Sara aún
en el estado de la muerte, y que con esta nueva vida, por fin podría rehacerla
con la persona que el más amaba.
Pero definitivamente alguien no estaba
de acuerdo con esa relación.