Capítulo 60: Día Uno.
-Atributo Oscuridad: V
de Vendetta- masculló el joven azabache arrojando una gigantesca “V” de
sombras.
-Atributo Fuego: V de
Fuego.
A su vez, trató de
crear una letra con el poder de sus llamas, pero solo salió una ligera chispa.
-¿Qué demonios?-
masculló el azabache viendo sus manos.
Y seguían húmedas por
el hielo que se había derretido.
Provocando que el fuego
no pudiese circular de forma correcta.
Comenzó a realizar
sonidos secos con sus dedos, mientras ligeras chispas se provocaban.
Pero había otro pequeño
e insignificante detalle.
-Estamos en las Tierras
Heladas del Norte, Kyoto- masculló Zentraedi con una Gabardina gris que
mostraba un escudo en el lado izquierdo del pecho.
-Oh, Zentraedi, parece
que el hielo por fin te ha enfriado la cabeza.
-Hijo de las mil y un…
-Ah Zentraedi, ya no
sabes que decir, bueno… como sea… debo irme- comentó el azabache.
-¿No seguirás
entrenando?
-El clima no es el más
apropiado, además, dejé sola a Inverna e la habitación donde nos hospedábamos.
-¿No pasó nada?-
preguntó el albino intrigado.
-Solo trató de
violarme…
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Melodi Inverna se movió
incómoda, tratando de tomar su cabeza con lentitud, ¿quién diría que el
Hidromiel sería así de cruel con la resaca?
-Y casi lo haces con
él, amiguita.
Dio un respingo de
alerta, para ver atrás de ella a su mejor amiga, acostada en su sofá, con una
mirada tranquila.
-Amiguita, Amiguita, el
abuso en el consumo de ese producto es dañino para la salud.
-Ya pareces comercial
de cerveza barata Natsuki-chan, ¿dónde está mi novio?
-Ya volví, pequeña-
comentó el azabache apareciendo tras la puerta.
-Ups, mi señal de
retirada, los de Atributo Leyenda no resisten las bajas temperaturas… así que
mi querido lobito debe tener frío- dijo Natsuki saltando de la silla.
-Vale… nos vemos
Natsuki.
-Sí, Kyoto.
-Muy bien, ahora
inverna, ¿podrías hacerme el favor de decirme el motivo por el cual aceptaste
el hidromiel de los enanos?
-Bu…bueno… ellos me
dijeron que relajarme un poco no estaría nada mal.
-Y bien…
-Pues… bebí algo de
alcohol, para… bueno… tu sabes…
-No… no lo sé…
-Ca…calentarme un poco.
-Inverna, a pesar de tu
inconsciente que ha caído bajo las sombras de la corrupción, sigues siendo ingenua.
-Perdón Kyo-kun, pero…
yo quería desinhibirme un poco.
-Y lo lograste, pero
ahora no es tiempo para eso, vámonos, tenemos que hablar con Tymir, para ver si
estará de nuestro lado, no tenemos mucho tiempo, mi princesa.
-S… sí...
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-Kazuo… despierta…
-No… cinco minutos más…
-Kazuo… por favor…
-No Erika, déjame
dormir…
-SOY TYMIR, MALDITO
VAGO DE MIERDA, DESPIERTA AHORA…
-¿Eh?, ¿qué? ¿dónde?-
preguntó Kazuo totalmente confundido.
-Vago como siempre
Kazuo, ¿qué tal tu primer día en la forja, joven aprendiz?
-Agotador, no pensé que
forjar armas legendarias sería tan intenso.
-¿Armas legendarias?,
estás muy verde para ese tipo de materiales Kazuo, lo que te puse a forjar eran
simples clavos de adamantio, nada fuera de lo común, no te pongas como una
reina.
-Pero hace tiempo no
entraba a las forjas de los enanos, la última vez que entré fue para ver las
cadenas del Lobo Fenrir, no más.
-Pues bueno, ya dije el
objetivo de esta capacitación en las forjas de nueva cuenta, que sepas
manipular los materiales que trajo tu hijo.
-Es el alma de mi hijo
lo que está en esas piedras, debo tener especial cuidado en el momento de
forjarlas.
-Y crearás algo más,
mira.
El enano sacó un
pergamino de piel con un boceto dentro, el cuál Kazuo pudo detectar co
facilidad.
-Eso es…
-Le daré mañana el
producto de este boceto, las “Rocas de Alma” están fundiéndose en el horno,
solo pedí un poco de Seda Aural del país de Silkland.
-No solo dos espadas,
sino algo con lo que Kyoto pueda jugar con su alma.
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-Kyoto-kun, déjame
explicarte, por favor no seas malo, yo solo, el hidromiel.
-Deja tus explicaciones
para al rato- tomó una cuchara con un poco de alimento- Abre la boca.
-K-kun, por favor.
-ABRE LA MALDITA BOCA.
La chica, resignada,
solo obedeció la indicación, tratando de tapar su nariz y cerrando los ojos.
El chico metió la
comida, aún humeante, a la boca de la chica, mientras ella…
-KYAAAAAAAA, AGUA,
AGUA.
Comenzó a correr en
círculos. Buscando su tan preciada agua, hasta que, en un punto máximo de
desesperación, besó a Kyoto.
-Espera… tonta… el beso
solo conseguirá que te pique más la boca.
-¿Qué me diste?
-Un platillo
levanta-muertos, demasiado picante que te quitará la cruda, eso es todo-
comentó el azabache mientras le servía más.
-¿Todavía me vas a dar
de comer más de eso?- preguntó la chica impactada-
-La cruda es muy
fuerte, no creo que la resistas menos con el Hidromiel, es muy peligrosa su
elaboración, aunque creo que a Zentraedi no le desagradará que llevemos el
proceso de elaboración.
-Tienes razón… trata de
llevar un procedimiento algo amargo.
-Je… claro que sí, pero
ahora termina de comer, tenemos que ver a Tymir- concluyó el azabache mientras
tomaba el tenedor.
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Salieron del
departamento donde descansaban, afortunadamente la chica ya se encontraba bien,
pero algo jadeante por el picante.
-EL Rey Tymir debe
entender la situación, el poder de Citizen crecerá increíblemente, y si nos
apresuramos podemos llegar a Mythland y lograr un acuerdo con ellos- comentó
Kyoto serio, como pocas veces.
-Kyoto-kun, ¿qué
pasaría si no están de acuerdo con nosotros?- preguntó nerviosa.
-Lo estarán Melodi, de
acuerdo a esta situación, no les conviene librar una guerra en solitario contra
Citizen, sin embargo, debemos considerar también sus opiniones- agregó el
azabache mientras se dirigían a la entrada del Palacio de Hefestos.
La puerta de caoba,
reforzada con gruesas de Acero Forjado, se dejó relucir ante los chicos.
-Bienvenidos- habló el
enano mientras les abría las puertas.
-Se supone que es un
rey- comentó Kyoto- usted no debe…
-Sé a lo que vienes… y
mi respuesta es sí- comentó el enano- Simplemente debes esperar un día más, y
te daré un arma especial, para ti.
-¿Pero cómo fue que
usted…?- Alcanzó a preguntar la chica de cabello azulino.
-¿Dije sí?- preguntó el
enano interrumpiendo a Melodi- Verás, Hugin y Munin me avisaron sobre esta
guerra, y de las posibles consecuencias que esta podría acarrear- dijo
pensativo el enano- me conviene tener un tratado de amistad con ustedes,
mandatarios de Belladona, y con Cydonia.
-Oh, ya veo- comentó el
azabache.
-Así que, bueno,
esperen un día, prepararé el regalo para usted, Kyoto, el día de mañana.
-Así será, Tymir-
comentó el azabache sonriendo.