Xtars: Orígenes
Por José Alberto González Gómez
PROLOGO
Un chico
pelinegro estaba pensativo en el patio de su instituto, mantenía cerrados su
ojos negros para estar más concentrado, en eso una chica de cabello castaño de
ojos avellana se le colocó enfrente moviéndolo ligeramente para regalare un
helado, el pelinegro vio el rostro de la castaña que tenía una gran sonrisa en
su rostro blanco como la nieve, esa sonrisa hizo que el pelinegro cambiara sus
pensamientos, porque en ese momento, su novia le importaba mucho.
-Hola mi
amor, ¿Cómo estás?- preguntaba el pelinegro.
-“Estoy bien
amor, ¿Qué tanto pensabas?”- escribía en una libreta de notas.
-En ti, Sara,
en todo lo que nos hace felices, y en que ojala todo eso fuese eterno- mintió
el pelinegro.
En realidad
era algo más profundo, algo que pudiese cambiar la vida de ambos, algún mal
presentimiento del chico que hacía que añorara un tiempo que nunca avanzara,
pero era inútil, le habían diagnosticado 2 meses de vida, un tumor en la cabeza
lo hacía algo paranoico, tenía problemas de esquizofrenia, pero lo grave era
que le causaba terribles dolores de cabeza, pero que se le podía hacer, ya
nada, los médicos le decían que ya era un caso perdido.
A pesar de
eso, el seguía adelante, amaba a Sara y por una razón, el podría hablar, pero
ella no tenía esa facilidad, por ella aprendió el idioma de los sordomudos, la
chica era fan de varias series de Anime, entre las que destacaba Naruto, que ya
estaba a punto de acabar de ver su primera temporada, ambos veían juntos la
serie, y la chica aprendió los sellos de las técnicas que hacían, deseaba que
todo eso fuese real, pero era mejor enfocarse de lleno en sus estudios, en las
clases, en todo lo real.
Salían de
clases, junto a 4 chicos, grandes amigos, a la vez que enemigos, iban todos en
el mismo autobús que los recogía de la escuela, todo iba bien, pero el ojinegro
nunca se imaginó que el día de presentarse ante dios era justamente ese día,
incluso parecía que en el asiento de atrás estaba el Shinigami que iba a por ellos.
En una curva
cerrada y peligrosa, al conductor del autobús no se le ocurrió más que la
genial idea de acelerar para que un autobús de la empresa rival no le ganara el
pasaje, sin embargo, el autobús se salió de control, y este tomó rumbo a la
barranca que estaba al lado de la carretera, donde este caía rodando.
-Te protegeré
Sara, aunque me cueste la vida- dijo el chico mientras la abrazaba.
La chica solo
asintió, este la cubrió fuertemente mientras el autobús rodaba dramáticamente,
hasta encontrar su fatal destino, se detuvo al fondo del barranco.
La chica
abría lentamente sus ojos avellanados para ver los cuerpos maltrechos de 3
chicos, recordó que había más gente, pero lo que más le impactó estaba frente a
ella, su novio atravesado por un tubo de los asientos, se tapó la boca cuando
este escupía sangre.
-Te lo dije,
a pesar de mi vida, ya no tengo solución, gracias por hacerme feliz.
La chica
lloraba, el dolor que sentía al ver a su amado moribundo era inmenso, escribía
en su libreta velozmente.
-“No me
abandones, por favor no te vayas, te quiero aquí conmigo”.
No hubo
respuesta, los paramédicos llegaron solo para confirmar las muertes de los
chicos, y el chofer, como siempre, escapaba evadiendo su responsabilidad.
Sara estaba
junto a él, llorando, escribía una nota para ponerla en la mano de su amado,
los paramédicos la llevaron a una ambulancia donde estaba siendo atendida de
sus heridas superficiales, ya que sorprendentemente estaba ilesa.
-¿Quién eres,
quién te salvó?- preguntó uno de los paramédicos.
Ella apuntó
el cadáver de su novio.
-Lo sentimos
señorita, era un buen muchacho, podría decirnos el nombre del difunto.
La chica
escribió aquel nombre que tantas alegrías le daba, tantos sueños, tantas metas
por cumplir, y que ahora se iban a la mierda.
-Gracias por
su cooperación señorita, esperamos se recupere- dijo el paramédico.
La chica solo
asintió, para romper a llorar, le hubiese encantado ser ella quien protegiese a
su novio, pues al fin y al cabo, no tenía nada, pero se sintió aliviada de estar
con vida, ahora le quedaba algo que él le enseñaba antes de morir.
“Vive tu vida intensamente como si
fuese el último de tus días, y si al día siguiente despiertas, no te
arrepientas de nada, y nunca de los nunca, te retractes de tus palabras ni tus promesas”.
En ese
momento, la chica le prometió amarlo eternamente, y que buscaría la forma de
estar juntos de nuevo.
Una semana
después, un chico de ojos y cabello negros despertaba de un gran letargo, en un
hospital extraño, pues había muy pocas salas, al abrir sus ojos se sintió
extraño, como si una corriente de energía transitara por su cuerpo, luego unas
voces provenientes de una de las esquinas llamó su atención.
-Has
despertado, bien, de acuerdo a tu expediente, hemos eliminado ciertas
enfermedades, como el tumor en tu cerebro, estás sano, pero nada respecto a tu
estado mental, lo sentimos mucho, no logramos quitarte esos traumas de tu
niñez.
-¿Pero qué
mierdas dicen?- preguntó el chico a punto de estallar.
-Tranquilízate
octavo, hemos salvado tu vida, y ahora tu salvaras la de aquellos que corran
riesgo.
El chico
exploró su cuerpo para encontrar que la profunda herida causada por el tubo y
la cual le llevó a la muerte, no tenía ni cicatriz, se sentía bien, estaba
vivo, pero había algo que le desconcertaba.
-¿Qué pasó
con ELLA?- preguntó preocupado.
-Ella se
salvó, está con vida, pero se le ha notificado de tu fallecimiento, está
consciente de tu muerte, ahora te alejaras de todo lo que te es conocido, y no
serás llamado como te llaman “los simples”, eres un ser superior, serás llamado
““Y” imaginaria”, o lo que es su traducción al japonés, Kyoto.
-¿Qué es eso
de Y Imaginaria?- pregunto el chico confundido.
-Pues es
obvio, Y (), conocida como gamma en Grecia, es una letra de ese alfabeto, y el
adjetivo imaginaria, porque solo serás una ilusión.
-Entiendo-
dijo el pelinegro llorando.
-Ahora te
asignaremos tu zona que defenderás, será la zona 1, América del Norte, lo que
comprende tu país de origen, ya con el transcurso del tiempo, te llevaremos en
busca de los demás miembros.
-Bueno,
supongo que tendré que volver a México, bien, algo más, voz extraña- dijo Kyoto
ya más furico.
-Sí, nada de
buscar al pasado, o no será lo mismo, así que solo te daremos la oportunidad de
cargar la nota que te entregó tu chica.
Tomó la nota
y unas lágrimas escapaban de sus ojos, era una despedida, la más triste de su
vida, pero la que más animo le daba.
“Amor, sé que estás muerto, pero aún
así nunca olvidaré este tiempo tan hermoso que me has regalado, te juro que
siempre te amaré más allá de la misma muerte, y que buscaré la forma de traerte
de vuelta para ser felices, lo juro, y tal como lo hace Naruto, yo nunca me
retractaré de mis palabras, porque estar contigo es lo que quiero, hasta pronto
mi amor”.
-Ese hasta
pronto me hace contradecirlos, así que si me disculpan, iré por ella en el
momento adecuado- dijo el ojinegro con determinación.
-Haz lo que
te plazca, pero defiende al mundo, es lo único que te pedimos, tal vez logremos
convertir a ella en alguien como tú, pero el tiempo lo dirá, mientras tanto,
defiende tu mundo.
Después de
ese evento, volvió a quedar inconsciente, logró reaccionar 4 horas después, en
una casa, porque sin familia no es hogar, estaba en uno de los departamentos
más lujosos de la Ciudad de México, amanecía un nuevo día así cómo una nueva
vida, encontró una caja que contenía un celular Sony Ericsson modelo K, lo
tomó, de su computadora VAIO le metió varias canciones de su banda favorita,
Linkin Park, y tomó rumbo a la escuela, para iniciar su nueva oportunidad que
le ofrecía Dios, Yavé, Jehová, Kami-sama, como fuese el nombre, pero era él
quien le daba esta oportunidad.
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