martes, 13 de mayo de 2014

PROLOGO

Xtars: Orígenes
Por José Alberto González Gómez
PROLOGO
Un chico pelinegro estaba pensativo en el patio de su instituto, mantenía cerrados su ojos negros para estar más concentrado, en eso una chica de cabello castaño de ojos avellana se le colocó enfrente moviéndolo ligeramente para regalare un helado, el pelinegro vio el rostro de la castaña que tenía una gran sonrisa en su rostro blanco como la nieve, esa sonrisa hizo que el pelinegro cambiara sus pensamientos, porque en ese momento, su novia le importaba mucho.
-Hola mi amor, ¿Cómo estás?- preguntaba el pelinegro.
-“Estoy bien amor, ¿Qué tanto pensabas?”- escribía en una libreta de notas.
-En ti, Sara, en todo lo que nos hace felices, y en que ojala todo eso fuese eterno- mintió el pelinegro.
En realidad era algo más profundo, algo que pudiese cambiar la vida de ambos, algún mal presentimiento del chico que hacía que añorara un tiempo que nunca avanzara, pero era inútil, le habían diagnosticado 2 meses de vida, un tumor en la cabeza lo hacía algo paranoico, tenía problemas de esquizofrenia, pero lo grave era que le causaba terribles dolores de cabeza, pero que se le podía hacer, ya nada, los médicos le decían que ya era un caso perdido.
A pesar de eso, el seguía adelante, amaba a Sara y por una razón, el podría hablar, pero ella no tenía esa facilidad, por ella aprendió el idioma de los sordomudos, la chica era fan de varias series de Anime, entre las que destacaba Naruto, que ya estaba a punto de acabar de ver su primera temporada, ambos veían juntos la serie, y la chica aprendió los sellos de las técnicas que hacían, deseaba que todo eso fuese real, pero era mejor enfocarse de lleno en sus estudios, en las clases, en todo lo real.
Salían de clases, junto a 4 chicos, grandes amigos, a la vez que enemigos, iban todos en el mismo autobús que los recogía de la escuela, todo iba bien, pero el ojinegro nunca se imaginó que el día de presentarse ante dios era justamente ese día, incluso parecía que en el asiento de atrás estaba el Shinigami que iba a por ellos.
En una curva cerrada y peligrosa, al conductor del autobús no se le ocurrió más que la genial idea de acelerar para que un autobús de la empresa rival no le ganara el pasaje, sin embargo, el autobús se salió de control, y este tomó rumbo a la barranca que estaba al lado de la carretera, donde este caía rodando.
-Te protegeré Sara, aunque me cueste la vida- dijo el chico mientras la abrazaba.
La chica solo asintió, este la cubrió fuertemente mientras el autobús rodaba dramáticamente, hasta encontrar su fatal destino, se detuvo al fondo del barranco.
La chica abría lentamente sus ojos avellanados para ver los cuerpos maltrechos de 3 chicos, recordó que había más gente, pero lo que más le impactó estaba frente a ella, su novio atravesado por un tubo de los asientos, se tapó la boca cuando este escupía sangre.
-Te lo dije, a pesar de mi vida, ya no tengo solución, gracias por hacerme feliz.
La chica lloraba, el dolor que sentía al ver a su amado moribundo era inmenso, escribía en su libreta velozmente.
-“No me abandones, por favor no te vayas, te quiero aquí conmigo”.
No hubo respuesta, los paramédicos llegaron solo para confirmar las muertes de los chicos, y el chofer, como siempre, escapaba evadiendo su responsabilidad.
Sara estaba junto a él, llorando, escribía una nota para ponerla en la mano de su amado, los paramédicos la llevaron a una ambulancia donde estaba siendo atendida de sus heridas superficiales, ya que sorprendentemente estaba ilesa.
-¿Quién eres, quién te salvó?- preguntó uno de los paramédicos.
Ella apuntó el cadáver de su novio.
-Lo sentimos señorita, era un buen muchacho, podría decirnos el nombre del difunto.
La chica escribió aquel nombre que tantas alegrías le daba, tantos sueños, tantas metas por cumplir, y que ahora se iban a la mierda.
-Gracias por su cooperación señorita, esperamos se recupere- dijo el paramédico.
La chica solo asintió, para romper a llorar, le hubiese encantado ser ella quien protegiese a su novio, pues al fin y al cabo, no tenía nada, pero se sintió aliviada de estar con vida, ahora le quedaba algo que él le enseñaba antes de morir.
“Vive tu vida intensamente como si fuese el último de tus días, y si al día siguiente despiertas, no te arrepientas de nada, y nunca de los nunca, te retractes de tus palabras ni tus promesas”.
En ese momento, la chica le prometió amarlo eternamente, y que buscaría la forma de estar juntos de nuevo.
Una semana después, un chico de ojos y cabello negros despertaba de un gran letargo, en un hospital extraño, pues había muy pocas salas, al abrir sus ojos se sintió extraño, como si una corriente de energía transitara por su cuerpo, luego unas voces provenientes de una de las esquinas llamó su atención.
-Has despertado, bien, de acuerdo a tu expediente, hemos eliminado ciertas enfermedades, como el tumor en tu cerebro, estás sano, pero nada respecto a tu estado mental, lo sentimos mucho, no logramos quitarte esos traumas de tu niñez.
-¿Pero qué mierdas dicen?- preguntó el chico a punto de estallar.
-Tranquilízate octavo, hemos salvado tu vida, y ahora tu salvaras la de aquellos que corran riesgo.
El chico exploró su cuerpo para encontrar que la profunda herida causada por el tubo y la cual le llevó a la muerte, no tenía ni cicatriz, se sentía bien, estaba vivo, pero había algo que le desconcertaba.
-¿Qué pasó con ELLA?- preguntó preocupado.
-Ella se salvó, está con vida, pero se le ha notificado de tu fallecimiento, está consciente de tu muerte, ahora te alejaras de todo lo que te es conocido, y no serás llamado como te llaman “los simples”, eres un ser superior, serás llamado ““Y” imaginaria”, o lo que es su traducción al japonés, Kyoto.
-¿Qué es eso de Y Imaginaria?- pregunto el chico confundido.
-Pues es obvio, Y (), conocida como gamma en Grecia, es una letra de ese alfabeto, y el adjetivo imaginaria, porque solo serás una ilusión.
-Entiendo- dijo el pelinegro llorando.
-Ahora te asignaremos tu zona que defenderás, será la zona 1, América del Norte, lo que comprende tu país de origen, ya con el transcurso del tiempo, te llevaremos en busca de los demás miembros.
-Bueno, supongo que tendré que volver a México, bien, algo más, voz extraña- dijo Kyoto ya más furico.
-Sí, nada de buscar al pasado, o no será lo mismo, así que solo te daremos la oportunidad de cargar la nota que te entregó tu chica.
Tomó la nota y unas lágrimas escapaban de sus ojos, era una despedida, la más triste de su vida, pero la que más animo le daba.
“Amor, sé que estás muerto, pero aún así nunca olvidaré este tiempo tan hermoso que me has regalado, te juro que siempre te amaré más allá de la misma muerte, y que buscaré la forma de traerte de vuelta para ser felices, lo juro, y tal como lo hace Naruto, yo nunca me retractaré de mis palabras, porque estar contigo es lo que quiero, hasta pronto mi amor”.
-Ese hasta pronto me hace contradecirlos, así que si me disculpan, iré por ella en el momento adecuado- dijo el ojinegro con determinación.
-Haz lo que te plazca, pero defiende al mundo, es lo único que te pedimos, tal vez logremos convertir a ella en alguien como tú, pero el tiempo lo dirá, mientras tanto, defiende tu mundo.
Después de ese evento, volvió a quedar inconsciente, logró reaccionar 4 horas después, en una casa, porque sin familia no es hogar, estaba en uno de los departamentos más lujosos de la Ciudad de México, amanecía un nuevo día así cómo una nueva vida, encontró una caja que contenía un celular Sony Ericsson modelo K, lo tomó, de su computadora VAIO le metió varias canciones de su banda favorita, Linkin Park, y tomó rumbo a la escuela, para iniciar su nueva oportunidad que le ofrecía Dios, Yavé, Jehová, Kami-sama, como fuese el nombre, pero era él quien le daba esta oportunidad.



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