Capítulo
58: El país de los Enanos: Hefestos.
Llegaron
a una tierra vasta y extensa, cuyas llanuras se inundaban en humos y vapores
salientes de construcciones de piedra y metal, contrastantes con la nieve que
caía en aquel reino.
Caminaron
el resto del camino, dispuestos a llegar a donde aquellas casas emanantes de
vapor como chimeneas de locomotora estaban, Erika se inundó de nostalgia,
recordando los tiempos cuando llegaron hacía unos años atrás.
La
puerta gigante de bienvenida, hecha de madera de caoba negra y barnizada,
estaba vigilada por dos hombres de estatura baja, con armaduras de metales
extraños, que sostenían hachas dos veces su tamaño, y finalmente tenían una
mirada severa, de gran sabiduría y experiencia.
Kazuo
se adelantó, conocedor de aquellas vastas tierras, supo que sería un imbécil
completo si no correspondía al protocolo de los habitantes de Hefestos.
-Saludos
valerosos caballeros- saludó Kazuo- Estamos aquí de visita diplomática y…
-¿Citizen
o Cydonia?- preguntó secamente el enano de la puerta izquierda.
-Belladona,
señor Glaeder.
-Debes
ser Kazuo, el mandatario de aquel país, podríamos dejarles pasar, pero aquel
mocoso de cabello negro se ve extrañamente sospechoso y…
-Es
mi hijo…
-Sea
lo que sea de ti, necesitamos averiguar sus verdaderas intenciones- comentó el
enano de la derecha.
Kyoto
se adelantó, comprendiendo lo que los enanos querían decir, y si querían
sospechar…
-Oh,
son simples, adelantar el fin del mundo- contestó con una sonrisa cruel.
-¿El
Ragnarok?- Preguntaron ambos enanos asustados.
-Llámenlo
como quieran, de todas formas, nadie saldrá vivo de aquí si siguen con esos
estúpidos prejuicios.
Los
enanos estaban atónitos, debían dejarlo pasar, pero sabiendo que el rey de los
enanos no le aceptaría tal afrenta.
-¿Ven?-
preguntó Kazuo- Es mi hijo, y sus amigos, venimos en paz, aunque este pedazo de
idiota simplemente le gusta ocasionar problemas- masculló ahorcando a Kyoto.
-Oh,
bueno, solo enséñenle los protocolos de nosotros los enanos y posteriormente
irán con el rey Tymir, y otra cosa, jóvenes caballeros, sabemos que llevan
minerales preciosos y de invaluable poder, ¿cierto?- preguntó Glaeder mientras
tomaba su llave.
-Oh,
bueno, no sabemos su valía, pero realmente buscamos herreros que puedan forjar
armas, porque las necesitamos- explicó Melodi mientras tapaba la boca de Kyoto.
-Bueno,
esperemos que busquen lo que encuentren aquí, en Hefestos.
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Al
ingresar, una nube de humo y vapor les recibió con extrema calidez, mientras
Kazuo paseaba lentamente por la gran ciudad.
Acompañados
por Yusei y Sora, el equipo de Kyoto veían con calma la ciudad, para ver a los
enanos trabajar.
-¿A
qué diablos se supone que venimos aquí?, a estas horas, Citizen debe estar
avanzando para invadir los reinos menores.
-Te
equivocas, Yusei- comentó Kyoto- Venimos aquí porque necesitamos ayuda de los
enanos, ellos son los mejores herreros de la región, ellos nos ayudaran a crear
las cosas que necesitamos.
-¿En
serio confiarás en estos seres?- preguntó Sora.
-Son
amigos, y estarán de nuestro lado, o trataré de ponerlos de nuestro lado.
-¿Tratarás?
-Escucha
Yusei, tú no sabes cómo se lleva a cabo una guerra, tenemos que verificar el
lugar, para evitar que inocentes salgan lastimados, las fechas, y ten por
seguro que tú no quieres ver otro país abrasado por las llamas de la ambición-
masculló el azabache molesto.
-Bien,
bien, ¿entonces cuáles son los escenarios que tienes planeados para esta
ridícula guerra?
-Tengo
dos, el primero, Ellos se unen a nosotros y nos ayudan a crear nuestras armas,
o segundo, simplemente crean las armas, nos las proveen, pero no nos apoyan.
-¿Y
el resto de los países?
-Silkland
es un país pacífico, tengo por seguro que es muy probable que se rehúsen a
apoyarnos, a lo mucho, nos crearán armaduras, Mythland, iremos ahí para
ponernos de acuerdo con los elfos y demás seres mitológicos, por defender sus
tierras estoy seguro que se unirán y Cydonia, con ellos lo que haremos será
demostrar que estamos de su lado, y así ellos estarán del nuestro.
-Oh,
ya veo, entonces no vienes tan vacío como pensé, ¿y cuál será mi papel?
-Serás
el embajador de todos los reinos menores, si haces sumas, todos los reinos son
más grandes que Belladona misma, así que ten fe que lograremos hacer algo
grande.
-Kyoto-
habló Kazuo al frente- Recuerda que debes ser el representante, así que te
mostraré los modales ante el Rey Tymir, ¿ok?
-Bien-
comentó el joven azabache con atención.
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Entraron
al palacio, donde las columnas de hierro forjado y acero templado daban la
bienvenida, mientras grandes armaduras ligeramente escamosas se mostraban
impasibles ante el paso de los quince guerreros que visitaban el país.
Kazuo
se adelantó y se arrodilló ante un ente de baja estatura sobre un trono de
hierro.
-Rey
Tymir, vengo a…
-Sé
a lo que vienes, Kazuo, el omnisciente Odín me lo reveló, Hugin y Munin, sus
cuervos fueron enviados para que me informaran de lo que venías a informarme, y
estoy en completo desacuerdo contigo.
-Lo
sé, majestad es solo que…
-No
puedes solo contra un reino gigantesco a pesar de tus grandes logros Kazuo, eres
despreciable y ruin…
Kyoto
permanecía de pie, mientras fruncía, y sus pies se movían de un lado a otro.
-Lo
sé, Rey Tymir, y lo lamento, en verdad lo siento.
-Y
tienes el descaro de pedir perdón, un guerrero de verdad nunca se arrepiente,
pero esto, no merece el perdón de Odín, Kazuo, me has decepcionado.
-Pues
no eres su padre- masculló el joven azabache de pie- ¿A ti que te importa lo
que hizo mi padre?, venimos a pedir tu apoyo, pero me encuentro con que le
tiras mierda a mi padre, ¿y qué si cometió errores?, es mi héroe, y eso es lo
que importa.
-¿Quién
eres?
-Kyoto
Katekyo, hijo de Kazuo Katekyo.
-Recibiste
el curso de los protocolos para dirigirte a un rey.
-Sí,
pero me da flojera aplicarlos, además, acaba de perder mi respeto.
-Hump,
ya veo- masculló el enano bajando de su trono- Tu padre fue mi alumno, cuando
estuvo aquí.
-No
lo sabía, aun así, no tiene ningún derecho.
-Me
agradas muchacho, nunca nadie había tratado de faltarme al respeto, solo te
faltó decirme “grotesca criatura”.
-No
soy tan canalla- masculló el azabache mientras se sentaba en flor de loto al
suelo.
-Kazuo,
explícale sobre mi identidad.
-El
Rey Tymir- comenzó Kazuo- Es quien ocupó el cargo como padre tras la
desaparición del mío, y fue quien me entrenó en las artes oscuras.
-¿Un
duergar poseído por la oscuridad?- pregunto Kyoto asombrado.
-Digamos
que yo poseí la oscuridad, soy el primer enano en manipular los metales
preciosos de sombra y no caer bajo el poder de estas, gracias a ellas es que
soy reconocido en el mundo como el Rey Oscuro de Hefestos.
Kyoto
solo tragó saliva mientras veía al enano sonreír.
-Munin
me lo dijo todo, ¿vienes a desatar el Ragnarok?- preguntó el rey.
-Sí,
así es, más bien, vengo a liberar a The Fantasy del país de Citizen.
-Caos
contra orden, eso es el Ragnarok,
-Bien,
¿qué dice de mi oferta?- preguntó Kyoto mientras veía con interés.
-Estaré
de acuerdo, si me permiten crear armas para ustedes, Hugin me contó que tienen
minerales preciosos recogidos de minas que ninguno de nosotros podríamos
encontrar, ¿cierto o falso?- preguntó Tymir.
-Es
cierto, chicos- el azabache señaló a sus amigos.
Uno
por uno fueron pasando con una bolsa de piel que contenía los minerales que
iban a examinar.
Tymir
se levantó mientras veía con detenimiento las bolsas.
-Piedra
Marina- comentó viendo la bolsa de Melodi -Piedra Roja de Ares- dijo al ver la
bolsa de Zentraedi, y siguió avanzando- Hierro Meteórico- agregó mientras
pasaba frente a Stella- Carbón de Gaia- masculló mirando la bolsa de Riot- Ámbar
Trueno- dijo al ver la bolsa de Natsuki.
Yusei
y Sora se miraron nerviosamente, mientras veían a Kyoto.
-Ustedes
dos, ¿qué traen?- preguntó Tymir.
-Desafortunadamente…
-Sus
minerales los tengo yo, mi señor- aseguró Kyoto- Hielo Férrico y Caoba Acerada,
si gusta verlos mi señor.
-NO
hace falta, pero tú, eres el que emana un aura impresionante…
-Munin…
-Mi
percepción, algo que me dice que…
-Traigo
esta roca.
Y
dejó caer una roca gigantesca, cuyo color negro contrastaba con pequeñas
gravillas incrustadas blancas, Tymir la partió en dos, y una de las mitades de
la roca se pintó de blanco.
-Necesito
ambas, para hacerte tus armas.
-¿Armas?
-Por
alguna extraña razón, estas piedras esta relacionadas al cien con tu alma.
-¿Cuál
alma?
-Dime,
joven Katekyo, ¿de donde sacaste esas piedras?
-Las
encontré apenas empezando mi Segunda Vida.
-Y
tienes noción que careces de alma, ¿cierto?
-¿Eso
qué tiene que ver?
-Que
es tu alma, lo que está dentro de estas piedras.
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