martes, 24 de febrero de 2015

Capítulo 15: Sara…

Capítulo 15: Sara…
Todo estaba oscuro, sus ojos estaban en la penumbra absoluta, se sentía apretado, pero suave de ambos lados, solo se acomodó mejor, entre un muro y otro, amoldable. Decidió esponjar ambos lados de la recamara donde dormitaba, así que a tientas acomodó el lado que le quedaba de frente, y luego decidió acomodar la parte de atrás.
-Mmm- gimió una voz.
-¿Qué?- los ojos de Kyoto se llenaron de sorpresa.
-Ah, detente…
-¿Pero qué carajos?
Y apretó, algo que no debía apretar.
-Ya detente, que si no me haces nada más no me detendré y continuaré- dijo la voz femenina.
-Aaahhhh.
El estridente grito ensordeció a los tripulantes.
-Ya se dio cuenta- dijo Zentraedi.
-¿Qué apostamos?- preguntó Rode.
-Pues no lo sé- dijo Ride.
-Apostemos a nuestros propios sexos- dijo Mindy.
-Entendido, si apostamos a las personas que son de nuestro mismo sexo defenderíamos el honor de las mujeres- agregó Windy
-O el orgullo del sexo masculino- dijo Rode.
-Muy bien, como mujeres apostamos que Kyoto sale con su virilidad a tope y ella casi como si nada- dijeron las mellizas dejando un fajo de billetes.
-Ok, entonces nosotros como hombres apostamos que Kyoto sale molesto, y que Melodi sale sonrojada, excitada y para darle el toque mágico, tartamudeando- dijeron Zentraedi y los gemelos dejando un fajo de billetes más grande.
-Perfecto, Hermana, esto será el primer dinero que ganemos como Xtars, que emoción- dijo Mindy.
-Cierto hermana, ahora abramos la puerta.
-Esperen, dejen ver, pondré el piloto automático- dijeron los gemelos.
Al activar el sistema de vuelo, los chicos fueron a ver qué pasaba con los tortolos y ver además quién había ganado la apuesta.
-¿Quién fue?- preguntó una voz desde la recámara.
-3…2…1… abierto.
Dicho esto, Kyoto se lanzó hacia los tres hombres con una mirada de absoluto enojo, mientras Melodi seguía adentro de la recámara.
-Sal Melodi, por favor- dijo Zentraedi a modo de súplica.
-N…no quie…quiero… m…mejo… mejor ma…ma…mañana- dijo la chica completamente nerviosa.
-Ok, entonces abriré.
Y al abrir la puerta, ahí estaba, sonrojada, tartamudeando y con incomodidad, le daba mucha vergüenza verse así, como estaba.
-Amo el aroma a dinero fresco en la mañana- dijo Ride pasando los billetes de las gemelas en su nariz.
-Huele a- aspira profundo- victoria- dijo Rode.
-Más bien me parece que huele a…
Un terrible coscorrón retumbó en el cráneo del peliblanco.
-C…cá….cállate- dijo Melodi aún sonrojada pero molesta.
Al terminar la impresión matutina, los chicos desactivaron el sistema de piloto automático y fijaron rumbo al Aeropuerto Internacional de Toluca, Melodi jugaba con sus dedos (y no le gusta que la comparen con Hinata Hyuuga), Windy y Mindy la acompañaban mientras que Zentraedi comía un poco de sushi que estaba en el refrigerador.
-Agradezcan al Chef de este suculento manjar- dijo Zentraedi.
-Oh, claro, está en la recámara de sanación durmiendo- dijo Rode sin abandonar su puesto.
-Ya debe estar más que sano, a menos que quiera recordar lo de la mañana- dijo el peliblanco provocando que Melodi se sonrojara y se hundiera en el asiento.
-Sus heridas aún no sanan, pues se agotó demasiado, lo de Melodi solo fue pasajero, pues él logró sanarla antes de que las cosas estuvieran más graves- agregó Ride.
Y así se fueron otras horas de viaje, hasta que…
-Chicos, despierten a Kyoto, llegamos a Toluca- dijo Rode aterrizando el avión.
-Díganle que a más tardar a las 8 de la noche lo queremos aquí, para irnos de aquí a la isla Hashima… la isla carbonera deshabitada, allá daremos explicaciones de qué haremos ahí.
Y los gemelos empezaron con la maniobra de aterrizaje, sin decir más ni hablar más, desde que se descubrió que eran Xtars, no quisieron dar más explicaciones hasta que los ocho miembros estuvieran reunidos, es decir, faltaba alguien más para completar el equipo y solo hasta que estuvieran los ocho, hablarían.
Al aterrizar el avión en una pista exclusiva para el avión comercial de Xtars, los gemelos y las mellizas bajaron del avión a tratar asuntos acerca de la guerra de clanes de hace trescientos cincuenta años, las mellizas aceptaron de mala manera, pues quisieran o no, involucraba también al pelinegro.
Kyoto despertó de su letargo en un hotel de la ciudad, al ver las grandes edificaciones de la ciudad decidió darse una vuelta, y también buscar a la mujer que él tanto añoraba ver.
-He vuelto, Sara- dijo Kyoto al aire mientras se estiraba- He vuelto por ti.
¿Estaba Sonriendo?
Melodi salió del avión de la corporación aún algo sonrojada por los hechos de la mañana, pero al ver la sonrisa que Kyoto emanaba, supo que algo iría mal ese día.
-“Cierto, Vino por ella”- pensó.
¿Cuánto le encantaría que esa sonrisa fuera para ella?, ¿qué cosas no hubiese hecho para estar con el amor de su vida?, ¿Por qué a Kyoto le costaba tan poco demostrar sus emociones y sentimientos?, Melodi pensaba que él estaba enamorado de ella, y que tendrían una vida juntos, una familia, mucho antes de iniciar el proyecto XTAR ya tenía una idea, un futuro con él, y al ser parte del mismo proyecto incrementaba las posibilidades.
Pero todo se fue al carajo en su última misión frente a Cherno Alpha, era un momento en que todo se derrumbó, al Kyoto decir que iría a México por Sara, porque nunca habían terminado, tal y como Zentraedi y Natsuki, que a pesar de la distancia, él seguía pensando en ella, eran novios, eran parte del mismo proyecto, nada les impedía seguir su relación, así que solo se quedó cabizbaja, esperando la puñalada final.
No sin antes dejar una nota…
Kyoto entró nuevamente al avión, una vez desalojado completamente, como miembros de la corporación tenían una especie de Baúl, en el cuál guardaban cosas muy preciadas, él iba a buscar aquello que ella le había dado, un anillo de platino precioso.
-Ok, aquí está, mi preciada guitarra, creo que también la llevaré…- Siguió buscando, y buscando y buscando- Aquí está- se mostraba sonriente- Hump, Creo que aquí hay algo más…- sacó un papel del baúl- Inverna, bueno, supongo que nada me quita leerla.
Abrió el papel, mientras una letra preciosa hacía acto de presencia, tonalidades azules que enmarcaban cada letra, escrita con el más puro amor…
“Amor Mío,
Bueno, no sé por dónde empezar, es complicado para mí verte a los ojos, sabiendo que por culpa mía has sufrido lo indecible, lo sé, creo que tú y yo deberíamos darnos una oportunidad, ahora que soy una persona totalmente dispuesta a enmendar mis errores, a compartir mi vida contigo, ser la persona que te arranque suspiros, lágrimas de alegría, devolverte la felicidad que te he arrebatado, porque sí, soy egoísta, una mala persona, y todo lo que tú quieras ser, hoy quiero darte las gracias, por llenar mi vida de alegría, de amor, de ternura, de cosas inimaginables que son una sensación tan hermosa e indescriptible, que tanto tú como yo sabemos, existe aún dentro de ti, con pureza y abundancia, rodeando de amor tu vida, siendo yo la persona que está siempre a tu lado, protegiéndome y protegiéndote, porque he de admitir que soy la persona más feliz desde que probé el sabor de tus labios, cada roce que teníamos, tus caricias que me mostraron lo que significa sentir placer, lo que es el amor, y que quiero entregarte todo mi amor, todo mi corazón, todas mis esperanzas las deposito en ti, anhelando que cada día, cada hora, cada minuto y cada segundo, estés junto a mí, tomando mi mano, caminando juntos, que cada paso que demos lo demos juntos, que cada decisión que tomes sepas que definitivamente la apoyaré, así como espero tú apoyes mis decisiones, porque te amo, no hay explicación más bella que esa, decir que te amo, que eres todo para mí.
Bueno, me voy no sin antes decirte, que mi esperanza morirá al último, que quiero irme sabiendo que eres feliz a mi lado…
Te ama… Melodi Inverna”
Sonrió aún más, pero no con una sonrisa de alegría, sino con una sonrisa de maldad, para recuperar la compostura.
-Gracias Inverna, de verdad gracias por estas palabras tan bellas, y yo pensando en irme completamente vacío a casa de Sara, pero tú, Melodi, tú poesía, tu narrativa, eres una excelente escritora- dijo Kyoto tomando una pluma- solo unos pequeños reajustes a este pequeño y delicado texto.
Y cambió en una tarde lo que a Melodi le había costado escribirle.
¡¡¡SI ESO HUBIERA SIDO ALGUNA RED SOCIAL!!! ¡¡¡¡¡NI SIQUIERA EL OK LE HABÍA MANDADO!!!!!
Y bueno, no se iba tan vacío…
Zentraedi se relajaba en un local de la plaza comercial que estaba ubicada en la misma calle que la salida del aeropuerto, llamado Plaza Sendero, estaba en un puesto llamado La Dolce Vita, local donde servían postres y bebidas italianas.
-Disculpe, voy a pedir una Soda Italiana y una Lasagnha, por favor- dijo Zentraedi con alegría.
-Claro joven, en un momento le atiendo- dijo una mujer que lo conocía.
¿Y cómo no?, si de los cuatro, él era el más romántico de todos, llevando cada 3 días a comer ahí.
-Hermano- llamó Kyoto desde el otro lado de su mesa.
-Amigo- tremendo susto le había pegado-  ¿qué necesitas?
Inesperadamente Kyoto apareció de la nada enfrente del peliblanco, tenía una sonrisa radiante en el rostro.
-Oye, necesito tu ayuda, veras, hoy iré por Sara, así que pensaba en que tú tenías unas letras románticas que entregar, ya sabes, de tu repertorio
-¿Y por qué habría de prestarte mi ayuda?- preguntó el peliblanco- Suficiente deberías de tener con hacerle daño a Melodi.
Zentraedi estaba al tanto de lo que Melodi sentía por Kyoto, y ella había sido un apoyo en la relación que sostenía con Natsuki, así que le debía un favor a la chica de hebras zafiro.
-Hump, bueno, creí que tendría tu apoyo como amigo, pero veo que estás más a favor de Inverna que de la persona que tú mismo llamas amigo- dijo Kyoto retirándose del lugar.
-Óyeme bien, si Melodi llega a sufrir con esta situación, voy a destrozarte como un desgraciado animal, así que piensa lo que haces- dijo el peliblanco con furia.
-Sí, lo que digas, bueno, debo ir por Sara, lo que tenga Inverna no es de mi incumbencia.
Y se marchó del lugar.
Corría entre autos, espacios estrechos, personas, bueno, a estas últimas les pasaba encima, sin ningún reparo.
-Fíjate por donde caminas maldito idiota- gritó un hombre en el suelo.
-Usted debería estar más al pendiente- gritó para seguir su carrera.
Llegó, una casa de dos pisos, color crema, muy bonita, Kyoto se aventuró a tocar el timbre.
Una mujer de tez blanca, ojos avellana y cabello castaño salió a recibir al chico que había tocado la puerta, cabe destacar que por la forma en la que vestía, no fue fácil reconocerlo a simple vista, ¡¡¡Y ERA DEMASIADO TEMPRANO COMO PARA MOLESTAR A LA GENTE!!!
-Hola señora Reyes- saludó cortésmente el chico.
-Disculpa pero… ¿Te conozco de algo Jovencito?- dijo la mujer con mirada de sospecha.
-Sí señora, claro que nos conocemos, ¿de casualidad se encuentra Sara?, vine por ella- dijo el chico nuevamente…
-Claro, pero primero dimes quien eres…
-Primero llame a su hija, ella me reconocerá…
-Estás loco muchacho, sabes qué, mejor vete antes de que llame a la policía…
Y le cerró la puerta en la cara… Kyoto estaba sonriendo, sabía que era mala idea hacer eso, pero fue divertido ver la cara de interrogación de la madre de su amada Sara…. Así que fue a tomar la medida más drástica que tenía…
Subió por la enredadera, directo al balcón que bien sabía, comunicaba con el cuarto de Sara, se puso de pie en la superficie y sacó su amada Guitarra…
No, ya no me llores
No me vayas a hacer llorar a mí
Dame, Dame tu mano
Inténtalo mi vida, quiero verte reír
Abrázame fuerte
Ven corriendo a mí
Te quiero Te quiero Te quiero
Y no hago otra cosa
Que pensar en ti
Tomó un poco de aire, después del gran esfuerzo que hizo porque le saliera ese agudo.
Tú, estás dormida
Y yo te abrazo y siento
Que respiras
Sueño, con tu sonrisa
Te beso, muy despacio en tus mejillas
Necesito verte
Donde quiera que estés
Te quiero Te quiero Te quiero
Y no hago otra cosa
Que pensar en ti
Solo vivo y respiro
Para ti
Siguió tocando la guitarra mientras volvía a tomar aliento.
Te quiero, Te quiero
Tomó un poco de aire
 Te quiero, Te quiero, Te quiero
Dejó fluir sus dedos por las cuerdas de la guitarra, como si fuese algo tan natural para él como respirar, a la vez que Sara ya abría la cortina de su ventana, pues estaba molesta y salió decidida a acabar con la persona que perturbaba su sagrado sueño
Abrázame fuerte
Ven corriendo a mí
Déjame que te diga otra vez que te quiero
Te quiero, Te quiero
Te quiero
Te quiero
Te quiero
Te quiero
Se acercó a la ventana, tras la cual se asomaba su amada, para abrirla un poco, acercarse a sus labios, y susurrarle
-Te quiero- a la vez que terminaba de tocar la canción- Hola Sara.
Ella estaba pálida de terror absoluto, ¿¡CÓMO CARAJOS ES QUE SU AMADO NOVIO QUIEN SE SACRIFICARA POR ELLA ESTABA EN FRENTE DE SU SER, CANTANDO AQUELLA CANCIÓN CON LA QUE LE HABÍA DECLARADO SU AMOR?!
-Veo que estás sorprendida, ¿te pellizco para que sepas que es real todo esto?- preguntó juguetón Kyoto.
Ella trataba de articular palabra, cosa que no pudo por los mismos nervios y el terror, pues tal vez se trataba de un fantasma.
Pero Kyoto sintió una punzada en el pecho, cuando la chica de la que seguía enamorado… por fin pudo hablar.
-Sabes que me dolerá amor mío, pero, sabes, yo también te amo- dijo la chica con naturalidad.
A Kyoto le dolía el no haber estado con ella cuando volvió a recuperar el habla, sabía que él tenía culpa de todo lo que pasó, pero quería estar con ella.
-¿Estás bien?, te noto agotado y…
Kyoto no la dejó terminar y se colocó en su hombro, derramando pocas lágrimas, pues debería estar feliz porque su amada por fin había logrado recuperar el habla.
-Oh, chico- decía la madre de Sara- Perdóname, no pude reconocerte, Sara, recíbelo, es tu novio.
-Sí mamá- y Sara pasó al chico a la casa.
Y entró, para platicar de todo, de sus aventuras, de su nueva identidad, pero del mismo amor que sentía por Sara aún en el estado de la muerte, y que con esta nueva vida, por fin podría rehacerla con la persona que el más amaba.
Pero definitivamente alguien no estaba de acuerdo con esa relación.



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