Un trío de niños molestaba a
una chica de cabello negro, eran el grupillo de bravucones de la Escuela Básica
y Media Básica Privada “San Bruto”, la escuela donde admitían niños expulsados
de otras instituciones, y a la cual él había tenido la mala suerte de entrar
por una razón, era una especia de correccional para delincuentes menores, y
desde que se supo que él era el único involucrado en el asesinato del anterior
director, Victor Lence, estaba obligado a ir mientras duraba su estadía en el
orfanato.
-Hey, es la niña del Aro,
corran, no vaya a chuparnos el alma- dijo uno de ellos.
-Sí, maldita niña, regresa a
tu pozo antes que nosotros te llevemos de vuela y te tiremos.
-El pozo está cerca, a menos
que quieras que te llevemos- dijo el último de ellos.
La pequeña solo atinó a
sollozar, incapaz de hacer algo contra ellos, sin saber que…
-¿Con que les gusta molestar a
una mujer?- preguntó un chico azabache- ¿Me pregunto qué clase de seres
serían?, porque humanos es mucho para ustedes, tercia de idiotas.
-¿Eh?, ¿quién te crees que
eres tú para hablarnos así?- preguntó el líder de aquella pandilla.
-Mi nombre no te lo diré, pues
es algo que ni yo estoy seguro que sea mío, solo te diré que eres peor que la
mierda.
A sus 10 años, tenía una
visión muy cruda de la realidad, y muy clara acerca de la cabalidad, inocente y
cruel a la vez.
-Ya te pregunté una vez,
¿Quién te crees que eres para hablarnos así?
-Sí, rómpele la ca…
El chico que habló solo sintió
su quijada partirse con el tremendo trancazo que el niño asestó contra él.
Quedó tirado, derramando sangre por la boca, mientras el azabache lo veía con
superioridad.
-Me pregunto, ¿si a ti te
pagan por ser el perrito faldero de este idiota o lo haces por amor al arte?-
dijo el niño mientras caminaba hacia él.
Y el estar lo suficientemente
cerca de su víctima, comenzó a asestarle patadas a diestra y siniestra,
mientras el pobre chico escupía más sangre.
-Eres inútil- dijo mientras
reía a cada patada que asestaba- ¿Dónde están tus amigos imbécil?, ¿Dónde está
el que trataba peor que basura y tú lo seguías a todos lados como el lamebotas
que eres?, contéstame Ray, dime algo.
Al levantarlo notó la
realidad.
-Oh cierto, olvidé que rompí
tu maldita quijada- dijo cansinamente mientras lo azotaba al suelo firme.
-Oye, detente- fue ignorado-
párale- otra vez fue ignorado- detente imbécil.
-Uno menos- dijo el azabache
al dejar de notar movimiento en su víctima- ¿Quién sigue?
-Fran, acábalo- dijo el líder
de la pandilla a su subordinado.
-Pe... Pero- el chico dudó de
la orden.
-Solo hazlo idiota- dijo el
pequeño moreno mientras acomodaba su pierna- si puedes.
Fran se acercó para agarrar al
niño que detenía su travesura, pero no sabía que…
-Aquí estoy, tonto- dijo el
pequeño mientras asestaba un golpe en la cabeza, pero de ligera potencia.
-Eso no me detendrá, soy el
campeón de lucha libre de San Bruto.
-¿Qué?, ¿Qué eres el idiota
más grande de San Bruto?- dijo burlesco el pequeño.
-Ahora sí me calaste el alma-
corrió hacia el niño para atraparlo, tomándolo de los brazos por la espalda- Te
atrapé enano.
Lo tomó del cuello y lo azotó
en el suelo firme ante la sonrisa de satisfacción de su líder.
-Mis respetos Fran- dijo el
adolescente.
-Gracias, Dan, sabía que me
felicitarías por eso.
-Cierto Fran, mis respetos-
dijo el chico levantando la vista, mientras lentamente se ponía de pie.
-¿Pero cómo carajos…?
Fue lo único que atinó a decir
Fran, puesto que fue tomado de frente por el cuello, y lo levanto, ¡¡¡ANTE LA
MIRADA ATÓNITA DEL PÚBLICO QUE PRECENSIABA AQUELLA PELEA!!!
-Otro lamebotas, ya sé que
haré contigo.
Y comenzó a golpear la caja
torácica del chico, justo en el lado izquierdo, para tratar de romper uno que
otro hueso.
-¿Quieres más?
El chico no respondió, seguía
escupiendo sangre a cada golpe que recibía, su cuerpo, mucho más grande que el
del moreno, se derrumbaba de dolor inmenso.
-Dime si quieres más- dijo el
pequeño azabache.
Siguió callado, pues al
intentar articular palabras, algo malo pasaría antes de decir cualquier cosa.
Pero lo peor pasó, cuando su
amigo vio que algunos huesos perforaban la piel de su amigo, supo que habían
cometido un error fatal al meterse con alguien que no debían.
-Solo me quedas tú, pequeño
idiota, te daré cinco segundos para que corras.
-¿Pero de qué?
-¿…hablo?, me encanta que mis
presas corran antes de atraparles, debo suponer que eres el líder de este
grupillo de mierda que atemorizaba a los más chicos, idiota, ahora solo tienes
2 segundos para huir como el cobarde miedica que eres.
El chico no lo pensó más y
corrió despavorido ante la silueta del pequeño azabache, quien solo sonrió con
satisfacción.
-Lamento llegar tarde, ¿te han
herido o algo?
-N…no, t…todo es…esta bi…bien
-Me alegro, de verdad me
alegro, pero, ¿qué haces en esta escuela para criminales?, se supone que los
bajos mundos no chocan con los reinos de princesas- dijo burlesco el niño.
-S…solo ve…venía de… visita-
dijo con timidez la niña.
-Ok, bueno, al menos dime el
nombre de la chica a la que acabo de salvar- dijo finalmente antes de colocarse
en posición de combate.
-M…Melo…Melodi, Me…Melodi
Ryo…Ryone- dijo la chiquilla con timidez.
-Bueno, como dije antes, mi
nombre no importa, pero, por ser tú, me llamo…
Antes de que dijera su nombre,
un camión sonó su silbato, provocando que la chica escuchara el nombre de su
salvador.
-Y no me gustaría volver a
decirlo- dijo el pequeño antes de irse del lugar.
Dejándola con un hueco en su
existencia, la duda y el momento en el que él la salvó, se convirtió en su
admiración.
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Corrió con mucho miedo,
sabiendo que si lo atrapaba, iba a ser su fin.
-I am
following you- susurró Kyoto mientras corría tras el chico.
-Déjame en
paz- gritó el pequeño bravucón con rabia y terror en su mirada.
-Sigue
corriendo, que si te atrapo ahora no me divertiré lo suficiente- contestó el
azabache mientras saltaba de edificio en edificio.
-Maldito
enano, ¿acaso te divierte el sufrimiento ajeno?- preguntó el bravucón mientras
seguía la marcha.
-No, solo
quiero divertirme un rato, así como tú hiciste con Ryone- dijo el pequeño
mientras saltaba sobre él- Y ahora vas a morir.
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Abrió sus ojos
negros, aún de madrugada, mientras aquella revelación que le daba su cabeza aún
rondaba brutalmente, sabía que no solo conocía a su aterradora acosadora en
secundaria, sino mucho antes, y que le había protegido de un mal terrible.
Salió de su
cama y fue al lugar donde unos troncos rodeaban una fogata extinta, usó su puño
brasas y sacó su celular, puso sus audífonos en alto volumen y comenzó a
calentarse desde las manos.
-No lo
entiendo- se dijo mientras veía a tres dragones volar en el cielo- realmente no
logro entender esto, ¿Quién soy?, ¿A dónde pertenezco?, ¿cuál es mi misión en
la vida?
La lista de
reproducción de música de Kyoto tenía Somewhere I Belong de su banda favorita
Linkin Park, precisamente mientras se formulaba a esa pregunta sonaba la
tonada.
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Sus orbes
azules se abrieron de par en par mientras hacían remembranza de aquel sueño, en
el que corría un gran peligro y de repente fue salvada por un niño muy
misterioso, el cual se fue no sin antes decirle su nombre, que no logró
escuchar.
Salió de su
cama para tomar algo de aire fresco, a puntillas salió de su habitación y se
vistió mientras salía, sacó su celular y vio que eran las dos en la madrugada,
de repente, reconoció una silueta frente a una fogata.
-K…Kyoto-kun-
dijo ella sorprendida.
-Ah, Melodi,
¿estás despierta?
-Claro, es
solo que…- su cerebro procesó la información recibida- espera… ¿Melodi?
-Claro, ese es
tu nombre, por cierto, se supone que las princesas duermen sus ocho horas
obligatorias.
-¿P…Prince…Princesa?
-Claro,
además, no debes rodearte de plebeyos como nosotros- dijo Kyoto mientras sacaba
un cigarrillo.
-¿F…Fum…Fumas?
-Claro, a ella
le gustaba, y mucho.
Ella solo se
tomó el pecho como muestra del dolor que eso le provocaba.
-Me di cuenta
que hay cosas que en este mundo se esfuman, y otras que como el humo, se
desvanecen en el aire, pero siguen ahí, y respiramos ese mismo aire, lleno de
humos del recuerdo, de lo que pudo ser, pero no lo sabemos, no elegimos los
recuerdos que queremos que lleguen a nuestras mentes, y divagan, en algo
llamado inconsciente- dijo el chico mientras consumía su cigarro.
-¿En…entonces
tu tam… también lo so…soñaste?- preguntó ella.
-Sí, fue algo
raro, pero, tal vez, sea momento de madurar y dejar todo lo que he vivido en el
pasado.
A ella le
dieron ganas de llorar, él quería olvidar todo, todo su pasado, para buscar su
identidad, porque de algo estaban seguros ambos, él fingía, fingía fortaleza,
cuando realmente…
-Estoy muriendo
Melodi, el saber que este no soy yo me carcome el alma como un gusano bajo mi
piel, pero, sé que tengo amigos, que los tengo a ustedes, y que nunca me
dejaran morir solo- dijo él mientras sus alas traían más leña.
-N… no t…te
pre…preocupes…. Siem…siempre con…contaras c…con nos…nosotros- dijo ella entre
tartamudeos.
El rió
suavemente, mientras se levantaba hacia ella, haciendo que su mirada se topara
con la de él, tomó su mentón y elevó la mirada de la chica.
-Entre más lo
haces, más Hinata te pareces, pero te diré algo, sé algo que tú no sabes, esa
parte tímida de ti es lo que te hace súper bonita, y me encanta.
Y la besó, un
suave beso en los labios que para ella supo a gloria, así que cerró los ojos y
correspondió al mismo beso que él le proporcionaba, mientras sus caderas se
acercaban más hacia él.
Pero abrió los
ojos, para verlo, para captar su mirada.
Notó algo
raro, la luz en su mirada que había antes de la muerte de Sara había
desaparecido, dejando unos ojos opacos y faltos de vida.
-K…Kyoto-kun.
-Ya basta
Melodi, deja de mirarme así, es embarazoso.
Inconsciente,
totalmente en blanco es como estaba Kyoto en ese momento, como si alguien
hubiese presionado el botón de reinicio en la mente del joven Katekyo.
-Sin miedo no
tendré más que hacer que protegerlos- y un par de guadañas salieron de la
espalda del moreno- sobre todo a ti, pequeña hermosa- y la besó nuevamente.
¿QUÉ DEMONIOS
HABÍA PASADO CON KYOTO?
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