miércoles, 21 de octubre de 2015

Capítulo 44: Vuelve a la Vida

Capítulo 44: Vuelve a la Vida
-Bitácora de Investigación, Día 4, las células orgánicas desarrollaron los tejidos correspondientes a lo que esperábamos, hemos revisado y limpiado algunos tejidos indeseables que pudiesen poner en peligro el proyecto, así como células con alto índice de desarrollo cancerígeno, tomando como base un máximo de uno entre cien de posibilidad, para evitar cualquier riesgo, Erika y yo…
-KAZUO, YA ESTÁ LA COMIDA
 El adulto se levantó asustado, golpeando su cabeza en la repisa donde diversas sustancias reposaban, y reposaban, pues con el impacto fueron cayendo por todo el laboratorio, creando un desorden de ácidos y mezclas indeseables, algunas con riesgo de caer dentro del tubo de suspensión animada donde se habían creado la cabeza, el torso la pelvis y las extremidades inferiores, al menos en cuanto a órganos internos, pues los científicos se dedicaron a limpiar las células y rastros de tejidos que amenazaran con el proyecto.
Kazuo usó su control de fluidos para evitar cualquier derramamiento dentro del tubo de ensayo, separó las sustancias y las vertió en frascos más resistentes, y así, había sido la rutina, creaba su bitácora, Erika llamaba a la comida, hacían un desastre y ambos seguían como si nada.
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Subió ligeramente cansado, había usado Separador para dividir cada sustancia, y creó vasos de precipitado con Hielo, lo cual permitió que Kazuo volviera a verter cada sustancia en su envase.
-¿SABES QUE ES UNA SITUACIÓN MUY DELICADA?, ¿QUÉ DEMONIOS TE CUESTA HABLARME COMO UNA PERSONA CIVILIZADA?- Gritó Kazuo con furia.
-TE HABLÉ NORMALMENTE, COMO CINCO VECES MISMAS QUE NO RESPONDISTE A MI LLAMADO, ¿QUÉ OTRA ALTERNATIVA TENÍA?-  Se defendió la pelirroja como pudo.
-SABES QUE EL PROCEDIMIENTO ES TENSO Y COMPLICADO, ¿CUÁNTAS VECES DEBO DECÍRTELO TONTA?
Erika retrocedió, asustada, era una faceta donde Kazuo, por su tensión, le había hablado de la peor forma.
-Yo… yo solo…
-DÉJAME EN PAZ, ARAMIS.
Y él se fue de la cocina, realmente enfadado, e inmutado ante la mirada de tristeza de su esposa.
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La comida fue condenadamente tensa, Erika sabía que había cometido un error, pero no se atrevía a reconocerlo, por su parte, Kazuo no sabía cómo disculparse por la discusión que tuvieron hacía un momento…
-Kazuo- comenzó Erika- yo…
-No, yo lo lamento, simplemente no debí gritarte, no debí molestarme contigo, no sé por qué estoy tan tenso, a pesar de que el experimento ya está en su fase final- explicó el azabache haciendo un gesto de disculpa.
-Kazuo, tú…
-Simplemente los órganos y sistemas esperados se han desarrollado por completo, ahora es cuando podemos acelerar el proceso con nanomáquinas, por fin tendremos a nuestro hijo, como siempre lo soñamos- continuó Kazuo con una sonrisa.
Erika solo sonreía, a pesar de no haber discutido desde el inicio del experimento, sabía que era bastante normal una pelea  de esa magnitud, por lo que solamente tomó su lugar, frente a su esposo, y comenzó a comer.
-Además- Kazuo iba a finalizar la plática- Kyoto debería disfrutar de tu deliciosa comida, no recuerdo que cocinaras tan bien amor…
-Años de práctica cariño…
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Después de comer, llegaron de nueva cuenta al laboratorio, donde la mayor parte del cuerpo de Kyoto ya estaba completamente reconstruido, mientras que las nanomáquinas seguían tratando de acoplarse al cuerpo que faltaba de desarrollarse, como la piel de las piernas y los tejidos del cabello.
-Erika, es hora de hacer lo que esperábamos, ya sabes que hacer- dijo Kazuo mientras preparaba los controles.
-Claro amor, preparando sistemas de aceleración.
La pelirroja activó el sistema de aceleración de procesos tecnológicos y presionó el botón de rejuvenecimiento, además de un sistema de simulación de entrenamiento, para que las nanomáquinas reaccionaran al nivel de esfuerzo físico del cuerpo del azabache.
-Ahora, solo un día más, Erika, para tener a nuestro hijo con nosotros…
Erika sollozó mientras una sonrisa se formaba en su rostro, a pesar de las dificultades implicadas por los sistemas de Bioética que se habían creado, habían demostrado al mundo que lo único que los hacia diferentes eran sus mismas actitudes, que realmente no importaba nada, más que lo que había dentro del corazón de las personas.
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 Kazuo y Erika lo buscaron en su habitación, en el sanitario, en la ducha, en la cocina, el comedor, bajo las piedras de la casa, y nada, no dieron con él.
-¿A dónde se habrá ido ese mocoso?- preguntó Kazuo con enfado.
-De seguro debe estar entrenando por su cuenta- dijo Erika mientras concentraba aura en su mano- O tal vez…
Y asestó un fuerte puñetazo al suelo, haciendo retumbar todo el terreno.
-Debería estar arriba de la casa, como desde que lo encontramos.
Pero nadie bajó ni azotó, ni cayó por el temblor, simplemente hubo respuesta nula.
-Pues si está allá arriba, ya sabe como contrarrestar tus terribles impactos, cariño, el proyecto “RENACIMIENTO NANOTECNOLÓGICO” fue un rotundo éxito, es hora de verlo crecer.
Y corrieron a la azotea, para encontrarse a un chico de gabardina negra mientras tenía una guitarra en mano, observándola fijamente, tratando de recordar cómo se tocaba aquel instrumento que, según sus recuerdos, tanto le gustaba.
-Aquí estas mocoso- dijo Erika en susurros- HEY- levantó la voz- ven a comer.
-Ya voy maestra.
Y el chico comenzó a desintegrarse lentamente hasta aparecer en la cocina, donde se suponía ya estaba todo servido.
A la vez que Kazuo y Erika bajaban asombrados a la facilidad con la que había aprendido a manipular las nanomáquinas.
Pero algunas células madre provenientes de su sangre le fueron implantadas, por lo que funciones como alimentación e higiene aún eran prescindibles, al grado que otra razón del Proyecto Renacimiento fuese postulado, la capacidad de que o se absorbieran las nanomáquinas adaptándose como células orgánicas, o  bien, las células orgánicas se adaptaran a la fisiología de las nanomáquinas.
-Has estado practicando duro Kyoto- dijo Kazuo con calma.
-Solo unas cuantas artes, ya manipulo más la oscuridad pero hay un ligero ardor dentro de mí- comentó Kyoto preocupado.
Además de todo, había aprendido a ser más expresivo, ya no ocultaba sus sentimientos con caretas de amargura o seriedad.
-Descuida, el uso de nanomáquinas suele iniciar con esos ligeros dolores- Dijo Erika.
-Este… no me refería a dolores físicos.
-¿Entonces?
-Alguna especie de ardor emocional- dijo sonriendo- Un fuego corriendo dentro de mí, una extraña calidez que no tenía antes…
-¿Será que estás conviviendo en familia realmente?
-Probablemente, verás, sé que hay vínculos más allá de la sangre, y hay cosas que debería agradecer, por ejemplo, el que ustedes estén cuidando de mí me hace sentir, feliz, en efecto, feliz.
Las palabras de Kyoto calaron hondo en los sentimientos del azabache, haciendo que un par de lágrimas cayeran.
-Oye Kyoto, ¿te gustaría dar un paseo con nosotros?- se atrevió a preguntar Erika.
-Bueno, debo decir que es tentadora su oferta, así que la aceptaré…
Y el desayuno siguió con completa calma.
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La plaza principal de Belladona, grandes caminos con superficie de diamantes y zafiros, llevando a todos y cada uno de los edificios gigantes que adornaban la ciudad, así mismo, los parques llenos de naturaleza tan vivaz como los niños que a diario jugueteaban en el parque, adornado con árboles añosos y lagunas artificiales.
 Una mujer pelirroja escoltada por dos azabaches, caminaba con soltura, sosteniendo una canastilla con frutas, comida y bebida, todos los ciudadanos de Belladona saludaban amablemente al pequeño grupo, llamado la triada.
-Mis saludos, Señores de Belladona.
-Buenos Días- dijeron los tres.
-Mis Señores, Joven Príncipe.
Los tres volvieron a saludar por su trayecto.
Caminaron lentamente hasta quedar rodeados de más personas y debajo de un árbol añoso pero fuerte y frondoso, cuyas hojas, cual pequeñas joyas de esmeralda, brillaban cubiertas por el rocío.
Erika tendió una manta sobre el pasto mientras acomodaba la comida que había preparado justo para aquel momento, una gran variedad de aromas exquisitos dignos de los más grandes paladares que hubiesen habitado Belladona muchos años atrás.
Quesos, vinos, canes de buen corte, panecillos y frutas que deleitaban la vista salían de aquella canastilla, mientras la pelirroja sacaba un cuchillo de cocina rebanando tres panes, dispuesta a preparar ligeros bocadillos para su amada familia.
Por su parte, Kazuo y Kyoto entrenaban cerca de la laguna artificial que estaba a tres metros de distancia de ellos, disfrutando del paseo como nunca.
Kyoto se estaba divirtiendo, si sus amigos estuvieran ahí para verlo.
Almorzaron juntos, mientras las personas que rodeaban a la Triada sonreía, sin decir un solo comentario, la hora de la comida, algo sagrado en Belladona.
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Al final de la tardeada, la Triada decidió pasear por la ciudad capital, dispuestos a asistir a comité de Bienvenida preparado especialmente para la familia Katekyo.
-Buenas noches, respetables concejales- Saludó Kazuo con el debido respeto.
-Kazuo, Erika y Shade Katekyo, buenas noches, familia sagrada.
El chico vio con confusión aquel nombre, pero no alegó, probablemente era demasiado pronto hacer preguntas, y no era el momento de hacer escenas de drama por esos pequeños aspectos pasajeros.
-Respetable Harrison, hay algo que debamos saber debido a nuestras ausencias, ¿no es así?- preguntó el adulto.
-Para nada joven majestad, solamente tres intentos de invasión por parte de Citizen y dos intentos de absorción por parte de Cydonia, para formar parte del territorio que comprende aquel reino, sabemos que ahí están los mejores guerreros del mundo, pero Citizen es casi invencible, y solo le falta nuestro poder para ser la mejor providencia del continente- explicó un hombre de avanzada edad y con la mayor parte de su cabeza encanecida.
-Lo suponía, ¿acaso hay espías entre nosotros?- preguntó Erika.
-Según sé, varios miembros intelectuales que fueron absorbidos del mundo “Tortura” han sido establecidos aquí, países como Corea, Japón y Alemania, les realizamos un estudio intensivo y demostraron ser de fiar- explicó el anciano.
-Pero usted no me da buena espina- habló Kyoto con sorna.
El anciano volteó la mirada, con furia e irritación.
-¿Shade Katekyo?, permite mi risa ante su duda, pero su inexperiencia le impide sacar conclusiones tan rápido y a primera vista- masculló el anciano.
-Pues bien, será lo que quieras anciano, pero de corazón, espero equivocarme- dijo el azabache saliendo de la sala del consejo.

Y era la primera vez que esperaba no tener la razón, no por él, sino por sus amigos, por la familia que empezaba a tener, y por un pueblo al cuál proteger.

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