Capítulo
105: Hermano
Abrió
sus ojos, en un entorno completamente ajeno a donde estaba peleando anteriormente
contra el demonio que se hacía llamar Dommino.
Estaba
en un cuarto completamente negro, sentado sobre una banca, con una fogata frente
a él.
-Perfecto,
estoy muerto…
-No
del todo- dijo una voz al fondo.
Kyoto
volteó con calma, hacia el origen de la voz, quien sólo mostraba una sonrisa amistosa
en su rostro níveo, su cabellera larga azabache y sus ojos negros.
Kyoto
le vio con hartazgo en cuanto le reconoció, pues de todas las personas que
esperaba encontrarse en el paraíso.
-Definitivamente
eres la persona a la que menos quiero ver- dijo el azabache levantándose y
comenzando a caminar.
-¿A
dónde vas?- dijo el chico con simpleza, como si nada de lo que estaba haciendo
el chico le afectase.
-¿A
dónde más?, al campo de batalla, Melodi y mi hija me están esperando- dijo el
azabache mientras seguía caminando en línea recta.
-Espera-
dijo el azabache más grande mientras tomaba su brazo.
-¿Qué
quieres tú ahora?, no tengo tiempo para evangelizar muertos, Edward Lence- dijo
Kyoto dando un manotazo, soltándose de su agarre.
El
joven miró sorprendido al chico, mientras trataba de tomar su mano de vuelta.
-No,
no estoy aquí por tu perdón, estoy aquí, para salvar tu vida.
-Explícate,
no tengo tiempo que perder, tengo que volver…
-Si
te vas, por cualquiera de las sendas que vayas, irás a un lugar del cuál no
podrás volver, hermanito- dijo el azabache mayor con calma tomando su mano.
-De
cualquier forma, da igual, volverán a revivirme, proyecto renacimiento, una
muerte incompleta, digo, por algo estoy aquí, ¿no?- preguntó el chico con
desinterés.
-No,
no será así otra vez, he detenido tus pasos tantas veces, y si cedo ahora, tú
vas a morir, definitivamente, no habrá lugar al cuál volver, del polvo has
nacido, y al polvo volverás- dijo Edward mientras trataba de retenerlo ahí.
-¿Tú
has detenido mis pasos anteriormente?- preguntó Kyoto sorprendido por primera
vez.
-Te
las diré de forma cronológica, tu accidente en el autobús, gracias al cual
despertaste tu poder dormido, mantuve tu conciencia aquí cuando moriste por
aquel torbellino destrozador- dijo el chico mientras mostraba ambas escenas.
-Pues,
la tercera es la vencida- dijo Kyoto con calma.
-¡¡¿POR
QUÉ CARAJOS ERES TAN NECIO?!!
-¡¡¡¿¿¿POR
QUÉ DEBES SER TÚ QUIEN ME SALVE???!!!- gritó Kyoto con furia.
Por
primera vez se mostraba enojado.
-Tú
y tu miserable padre fueron quienes convirtieron mi vida en un maldito
infierno, y no me hagas hablar de la p…
No
terminó de hablar, un poderoso puñetazo en la mejilla lo tumbó en el suelo,
mientras veía la furia en los ojos de su hermano.
-Di
lo que quieras de mí, o de mi padre, pero a mamá la respetas, desgraciado- dijo
el chico con furia tomándolo de las solapas.
-Eso,
muéstrame tu verdadera cara, esa que siempre me dabas…
-¿De
qué diablos hablas?- preguntó Edward enfadado.
-Tú,
tú has venido a joder siempre mi existencia, tú y tu padre siempre, desde que caí
en su casa, siempre he sufrido.
-Ya
veo, supongo que necesitas de tus memorias para saber qué es lo que realmente
pasó, hermano- dijo Edward con calma, estirando su mano para levantarlo.
Kyoto
buscó alguna señal de mentira en el rostro del chico. Pero sólo pudo notar una
profunda tristeza en la cara del muchacho y, de algún modo, se sentía culpable.
Tomó
la mano del azabache, que lo ayudó a levantarse, y ya una vez de pie…
-Shade,
hermano, mis padres trataron de protegernos, hace nueve años- dijo el chico
mientras agachaba la mirada.
-¿De
qué hablas?- preguntó Kyoto son seriedad.
-Un
amigo de papá, el señor Akashi, nos trajo un niño de 3 años a casa, en ese
entonces yo tenía ya 4 años, y mamá ya no había podido tener hijos, por lo que
era hijo único, pero toda mi familia anhelaba otro niño en casa- dijo Edward mientras
le miraba con nostalgia.
-Entonces
mi llegada siempre…
-Sí,
hermanito, siempre fue deseada, en lo personal, al saber que mamá no podría
tener más hijos, me llené de ilusión, y por fin la llegada de un hermanito pudo
darme la alegría, podría jugar contigo.
El
azabache se tomó la cabeza con ambas manos, síntoma de dolor, mientras Edward
le miraba preocupado.
-¿Pasa
algo, hermano?- preguntó el chico preocupado.
-Hay
algo en mi cabeza, y había estado teniendo muchos dolores, incluso llegué a
pensar que moriría, por un diagnóstico médico.
-Descuida,
hermano, de un modo u otro, una parte de ti quería tener esos recuerdos de
nuevo y te dolía la cabeza porque quería acceder a esos recuerdos, esas memorias.
-¿Qué
debo hacer?
-Creo
que debemos romper el sello, y explicarte que fue lo que pasó, para que tus
memorias regresen, y seas el que siempre debiste ser…
Edward
mostró un pequeño tetraedro a Kyoto, quien miró la gema con desconfianza, pues
la gema parecía tener fuego en su interior.
Kyoto
veía a Edward, quien asintió, para después tomar el pequeño cristal frente a
él.
La
gema se introdujo en su cuerpo, mientras el fuego le rodeaba con fiereza, ante
la sonrisa de Edward, quien aplaudía ante el espectáculo.
Las
llamas se fueron apagando con lentitud, mientras Kyoto, que tenía los ojos
cerrados, se mantenía de pie.
Abrió
los ojos con lentitud, mientras un par de lágrimas traicioneras salían de ellos.
-Siempre
fui deseado- dijo Kyoto mientras intentaba aguantar el llanto.
-Siempre,
siempre, por papá, por mamá, y por mí.
Kyoto
tomó su rostro con las palmas de sus manos, mientras trataba de asimilar toda
la información.
-Hay
cosas que escaparon de aquí, como la primera vez que conociste a Melodi.
-¿Sabes
de ella?
-Hermano,
he estado viéndote estos 9 años desde que nos separamos, gracias a un sello especial
de mamá, ella pensó que sería buena idea que tu hermano mayor apareciera frente
a ti.
-Entonces
ellos…
-No,
no hermanito, ellos sí murieron, pero antes de sacrificarse, me encargaron a mí
que te cuidara, y nos salvaron, sellando parte de mi espíritu y aura en ti,
mientras me enviaban a otro país- dijo Edward con la mirada gacha.
-¿Quién
fue el que…?
-Fue
Dommino, Dommino Caricci.
Kyoto
miró asustado a su hermano, mientras Edward veía al chico con seriedad.
Si
eso era cierto, entonces aquel demonio contra el que estaba peleando.
-Sí,
es él el que mató a nuestros padres, pues había una creencia que, robando al
Ave Fénix, el Olimpo renacería a la gloria clásica.
-¿Es
el mismo objetivo que…?
-Sí,
el de Shinnok, Dommino nunca actuaba solo, estaba a merced de aquel demonio.
-Pero
si justo ahora fue Dommino quien…
-Sí,
acaba de matarte, porque no sabe que eres tú quien portaba al fénix cuando
cumpliste 7 años.
Kyoto
sacó las cuentas, cuando recibió las marcas de su padre, él tenía 7 años,
entonces cuando pasó eso…
-Papá
y mamá trataban de protegerte, me juraron que estaríamos juntos otra vez, fui
enviado por ellos a España, y no volví a saber de ellos, sólo de ti, y era
testigo de lo que pasaba, al estar contectado contigo.
-Y…
¿cómo rayos me hicieron las cicatrices en mi espalda?
-Despertaste
un poder extraño, tu cuerpo se cubrió en la oscuridad, cuando viste que mamá y
papá yacían muertos frente a ti. Dommino quería acabar contigo, pensando que
era yo el portador del fénix, pero te enojaste, e hiciste arder todo. Cuando te
encontraron, estabas llorando, con la parte superior de tu ropa con quemaduras,
y las cicatrices en tu espalda, producto de las alas del fénix.
-Algo
no cuadra en tu relato, si me cubrí en oscuridad, ¿cómo fue que todo ardió y el
fénix fue quien me controlaba cuando me encontraron?
-Es
que, la verdad, si el fénix no salía de tu cuerpo, la oscuridad te habría
consumido, el fénix tuvo que intervenir para evitar que murieras por querer
destruir a Dommino, quien escapó temiendo tu poder.
-¿Mi
poder dices?- preguntó Kyoto para, después, soltar una sonora carcajada.
Esa
carcajada se rompió en un llanto terrible, mientras se arrodillaba y golpeaba
repetidamente al suelo.
-No
pude protegerla, no pude salvarla, ¿cuál poder dices que tengo?
Edward
le vio con calma, intentando comprender la impotencia que sentía aquel chico.
Mejor
dicho, lo entendía, entendía porque él veía lo que había pasado.
-¿Y
Sara?- preguntó Edward, sabiendo que tocaría un punto sensible.
-Ella
murió, y se convirtió en lacaya de Destiny.
-Descuida,
sé que podrás protegerla, después de todo, cuando pasaste a secundaria, hice
que te enamorases de ella, perdóname, pero tenía que saber que estaba bien.
-Ni
eso pude hacer bien, ella murió protegiéndome- dijo el azabache mientras se levantaba
con la mirada agachada.
Edward
no pudo evitar el sentimiento de culpa.
Había
pasado por tantas cosas, mientras él sólo se dedicaba a ver y hacer a su
antojo. Incluso hizo sufrir a una chica que, ahora, hacía feliz a su hermano, sólo
por su deseo egoista de cuidarla.
-Lo
siento, hermanito, puse una carga sobre ti que no merecías- dijo Edward con calma,
mientras seguía de pie frente a él.
-Descuida,
hermano, de una u otra forma, fue Sara quien me motivó durante mi estancia
juvenil, siento yo no haberla podido proteger…
-¿Y
qué harás ahora?, el camino que elijas será respaldado por mí, pero supongo que
aún tienes personas que proteger.
-Sí,
mi novia y mi hija me esperan afuera, pero no tengo idea de qué hacer para
salir de aquí, ser perforado por el pecho con una técnica que te deja un enorme
agujero no es algo que pase todos los días y, de un momento a otro, estés bien.
-Cierto,
necesitamos algo para reactivar tu sistema de nanomáquinas, reactivando tu
corazón podremos lograrlo.
-¿Estás
consciente de que sería imposible desde aquí?- preguntó Kyoto con calma, analizando
la situación.
-Posiblemente
yo pueda hacerlo- dijo una voz gruesa y tétrica desde el fondo de la habitación.
Kyoto
y Edward voltearon a ver con sorpresa, pero no lograron encontrar nada.
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